SIN RODEOS
Celebración
agridulce
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
e-mail: jaimefajardolandaeta@gmail.com
Twitter:JaimeFajardoLan
Entradilla:
Aciertos y desaciertos del proceso de paz, la dos años de vigencia.
Al
cumplirse dos años de la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno de Juan
Manuel Santos y las Farc, debemos destacar varios aspectos: la desmovilización y
desarme de más del 85 % de esa fuerza guerrillera y conversión en partido político;
el comienzo del proceso de reincorporación que durará varios años; la presencia
de algunos de sus miembros en el Congreso de la República; la creación de la
JEP, aún con las limitaciones impuestas por el Congreso al excluir a los
terceros responsables del conflicto armado; la puesta en marcha de la Comisión
de la Verdad, a pesar de los ataques de la ultraderecha con la pretensión de invalidarla;
el notable apoyo de la comunidad internacional y el comienzo del programa de
sustitución de cultivos, todavía carente de recursos suficientes.
Pero
también visibles lunares: el incumplimiento a las víctimas con las 16 curules comprometidas
en la firma de los acuerdos de paz, la desidia del gobierno para sacar adelante
las reformas política y del sistema electoral, la lentitud en el proceso de reincorporación
que permitirá que los exguerrilleros normalicen su situación jurídica, la
parálisis del fondo de tierras y la falta de garantías para los líderes
sociales y sus organizaciones, tema que tiende a agravarse y el asesinato de
más de 80 militantes del partido Farc.
El
Gobierno del presidente Iván Duque navega en un mar de contradicciones:
mientras a la comunidad internacional le promete que sacará adelante el proceso
de paz, como lo reafirmó recientemente en Francia en los actos de conmemoración
de los 100 años de la Primera Guerra Mundial. Pero al regresar, entregó
declaraciones en contra de algunos de los componentes de su implementación.
Además, muchas de su decisiones gubernamentales encuentran rechazo o son desautorizadas
por su propio partido, mientras en el legislativo quien ordena la agenda es el
senador Uribe Vélez. De esta manera, el presidente carece de capacidad de
maniobra para concretar las leyes que se requieren para cumplir con los
compromisos derivados de los acuerdos de La Habana.
Pero
incluso en temas tan delicados como la sustitución de cultivos ilícitos y la
erradicación voluntaria por parte de los campesinos firmantes de compromisos en
ese sentido, se advierte incertidumbre. De manera que muchos labriegos se ven
ante el dilema de mantenerse en el proceso de sustitución y erradicación, o retomar
su actividad inicial. Tampoco se ha podido garantizar que el Estado ocupe los
territorios que abandonaron las Farc, y otras agrupaciones delictivas lo hicieron
de inmediato.
Aún
falta la implementación integral de todo el sistema de verdad, justicia,
reparación y no repetición, base fundamental de los procesos que harán que se
pueda cumplir con las expectativas generadas entre los ocho millones de
víctimas que dejó el conflicto armado. Implementación huérfana de un mayor apoyo
de toda la sociedad, del gobierno y de la Fiscalía, en especial en todo lo
relativo al desempeño de la JEP.
Hay
sectores opuestos a la implementación de los acuerdos de paz, como los de
ganaderos, terratenientes, algunos empresarios y políticos que han vuelto a las
viejas prácticas del odio y la venganza, incitando al uso de métodos violentos,
para pasar en algunos casos a convertirse en responsables directos de atentados
a líderes sociales y a comunidades que han padecido los horrores de la guerra.
En
cuanto a la lucha contra la corrupción, si bien se ha hecho justicia en casos
emblemáticos, estamos lejos de disminuir su nefasto impacto sobre la política,
la gobernabilidad, la economía. Falta mayor empeño en esta lucha contra las costumbres
de apoyo a la ilegalidad y a las rentas criminales, que inciden negativamente
en la búsqueda de la paz y la reconciliación nacional.
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