SIN
RODEOS
Las
cuentas claras
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
e-mail:
jaimefajardolandaeta@gmail.com
Twitter:
@JaimeFajardoLan
Ante
la ceguera intencional de algunos sectores de oposición frente a la
entrega de armas de las Farc, ofrezco una relación de hechos que
demuestran la veracidad y también la confianza que nos debe inspirar
la cantidad de armamento registrado, y la certeza de que su trámite
ha sido el más transparente y válido de los acontecidos en el país
e incluso en el mundo.
Según
datos de los distintos gobiernos y de las FF. MM., esa guerrilla
tenía en el año 2002 entre 18.000 y 20.000 hombres - arma en sus
filas. Las estrategias del Plan Colombia la disminuyó a 12.000 -
13.000 hombres – arma en 2005. Para el 2008 apenas se contaban unos
8.000 efectivos, así que hoy las cifras rondarían las 7.000 –
7.200 hombres - armas: las que registra el informe de las Naciones
Unidas.
Ahora
bien, en declaraciones a El
Tiempo,
el mindefensa Luis Carlos Villegas dijo que las Farc ya habían
perdido al menos 42.142 armas antes de la firma del acuerdo de paz.
Agregó que en total “se les ha incautado y han entregado más de
50.142 armas entre el 2002 y el 2017”, incluidas éstas entregadas
a la ONU.
Hagamos
cuentas: cayeron en combate más de la mitad de los guerrilleros que
había a comienzo del año 2000; desertaron unos 5.000; se
desmovilizaron al menos otros 5.000, en forma individual, que
entregaron sus armas de dotación a las FF. MM. Aunque reclutaran a
muchos combatientes y consiguieran nuevo armamento, como el enviado
por Montesinos por cuenta del Gobierno peruano de Fujimori, las
cifras coinciden con el actual número de guerrilleros en proceso de
desmovilización y con las armas silenciadas. Ahora bien, la
transparencia del proceso surtido y certificado por esta
organización, cargada de experiencias y además conocedora de los
altibajos de los diferentes procesos de negociación y paz en el
mundo, no son factores desdeñables.
Quien
realmente saldría afectado con la distorsión y manipulación de
estas cifras es el uribismo, porque así desvirtúa los logros de la
seguridad democrática, del Plan Colombia y de otras estrategias que
llevaron a las Farc a negociar. Actitud de avestruz que a la vez
subvalora el profesionalismo de las FF. AA. y el hecho de que hayan
logrado romper el equilibrio de fuerzas de comienzos de este siglo.
Según las cuentas sesgadas de Uribe, la guerrilla es la misma de
siempre, con las mismas armas que accionaban cuando el fracasado
proceso de paz de El Caguán, que impulsó su ahora nuevo socio
político. ¿No ha martillado siempre que su gobierno fue el que
arrinconó a las Farc?
Otro
error: no esperar la contabilidad de las armas ocultas en más de 900
caletas. En solo una, de las 73 encontradas por ahora, había más de
40 fusiles y abundante material explosivo. Así que el armamento
total desbordará las cifras actuales.
En
cambio su negociación con los paramilitares resultó irregular y
tramposa; hubo ocultamiento de armas que luego fortalecieron a las
bacrím, al neoparamilitarismo y a los combos y bandas que hoy
hostigan al país. Se desmovilizaron pero no entregaron armas cortas;
se declararon engañados por el gobierno y los empresarios y
consolidaron todo tipo de rentas ilegales, con el saldo de tragedias
que todavía se lamentan. Ahora sus jefes declaran ante las
autoridades de EE. UU. que están listos para contar la verdad de su
accionar y señalar a sus financiadores, hoy desconocidos.
Palpable
demostración de que nuevamente se falsea y tergiversan los logros
del proceso de paz para torpedearlo. Al tiempo, los promotores de
esta cruzada pretenden impedir que algunos de sus voceros le rindan
cuentas a la justicia transicional por su activo papel en el
conflicto armado, y que soslayen la reparación integral debida a las
víctimas. ¡Cómo le temen a la reconstrucción de la memoria
histórica, y a la no repetición de los hechos!
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