SIN RODEOS
Capitalizar
experiencias
Por Jaime A.
Fajardo Landaeta
Twitter: @JaimeFajardoLan
Sin duda Medellín y Antioquia jugarán papeles claves en
el posconflicto, si nos atenemos a la dilatada trayectoria y exitosas experiencias
acumuladas (Asamblea Constituyente de Antioquia, Plan congruente de paz,
Laboratorios de Paz y diversos programas innovadores de gobernadores y
alcaldes). En esta capital se contabiliza el 10 % de las víctimas a nivel
nacional, muchas atendidas por la alcaldía con la destinación de grandes
recursos. Esta práctica es a la vez un aporte y una oportunidad para proyectar
todas las actividades que exigirá el proceso de verdad, justicia y reparación. Pero
se requiere mucha integración con el Gobierno Nacional y prepararse para una
mayor cobertura en este campo.
Según informes de prensa, Luis Pérez creará en su gobernación
una dependencia dedicada al tema de la paz. Tal vez sea una manera de atender
la petición formulada por las Farc, y en la cual está de acuerdo el gobierno de
Santos, a los nuevos mandatarios para que presenten “sus puntos de vista
críticos y sus aportes en el camino de otorgar, dentro de una visión nacional,
un enfoque territorial y de acento regional a la elaboración de los consensos
que requiere un Acuerdo sobre Fin del Conflicto, lo mismo que las definiciones
sobre la refrendación y la implementación”, en los foros que se deben
desarrollar sobre el tema. Recordemos que ya se ha llegado a un acuerdo sobre
el punto de víctimas y de Justicia Transicional.
Volviendo al ámbito de Medellín, el programa Paz y
Reconciliación atiende a más de 5.000 desmovilizados de todos los grupos
ilegales, pero debe potenciarse y aprovechar su experiencia para cobijar a los
que lleguen de las Farc y eventualmente del ELN. En este sentido el alcalde
electo Federico Gutiérrez deberá liderar los programas necesarios para el
manejo de este proceso, y articular acciones con el ministro para el
posconflicto Rafael Pardo. Será una oportunidad para que las diferentes
expresiones del conflicto armado y de la violencia urbana tengan un tratamiento
adecuado en el nuevo escenario.
Dentro de una estrategia integral de seguridad y
convivencia deben estudiarse los diversos programas de prevención que requiere
implementar la administración, pues no basta con incrementar el pie de fuerza
policial, incrementar la parte tecnológica y mayor eficacia del aparato
judicial, que es muy necesario; hay que explorar nuevas modalidades de atención
a los jóvenes que delinquen o están en riesgo de hacerlo y abordar la
modernización del sistema penitenciario y carcelario del Valle de aburrá y de
Antioquia.
El trabajo paciente con las comunidades, líderes y
organizaciones sociales, entre ellas las defensoras de DD HH, debe servir para
ayudar a consolidar la institucionalidad, restablecer el tejido social cooptado
en gran parte por la delincuencia, y apoyar actividades culturales, deportivas
y recreativas, como eficaz estrategia de seguridad y convivencia para la
ciudad.
Corresponde a las dependencias de seguridad y gobierno, más
que concretar y coordinar las iniciativas mencionadas, definir con el Gobierno
Nacional las nuevas facetas de una política de sometimiento a la justicia. Que
ésta promueva la desarticulación de las organizaciones delincuenciales y
garantice la no repetición de la experiencia del proceso seguido en
Centroamérica o la vivida aquí, con la desmovilización de los paramilitares,
que terminó potenciando la delincuencia común y fortaleciendo las bandas y
combos de la ciudad. Que haya derroche de audacia e inteligencia frente a estos
retos.
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