SIN RODEOS
Más
análisis y menos escándalo
Por
Jaime A. Fajardo Landaeta
Twiter
@JaimeFajardoLan
En la columna de opinión “Medellín 2014”
del catedrático y politólogo Jorge Giraldo Ramírez, publicada el pasado 28 de
septiembre en El Colombiano, se lee: “Los
pequeños escándalos que algunas personas, locales o extranjeras, tratan de
armar, amplificados por la prensa, no pasan de ser eso: notas para sorprender a
incautos. Ninguna ciudad americana medianamente importante carece de problemas
de pandillas, tráfico de drogas ilícitas y prostitución.”
Es cierto. Algunos registros noticiosos
y una que otra columna de opinión, sin suficiente rigor ni conocimiento, contienen
a veces información no comprobada, acusaciones a instituciones, funcionarios,
políticos y gremios, al tiempo que irrespetan principios fundamentales y
arrasan con la integridad moral de sus protagonistas. Pero aun así, se debe
respetar todos los puntos de vista y exigir más claridad en los análisis sobre
criminalidad en Medellín.
Aunque no comparto en su totalidad la
visión norteamericana de seguridad, reconozco que su énfasis en los éxitos de
las autoridades, en la labor de la policía y no en el victimario, arroja mayores
garantías en la lucha contra la criminalidad y su reconocimiento de parte de la
sociedad. Las estadísticas así lo demuestran.
Una emisora de radio proclamaba hace
poco: “El cartel de Sinaloa de México está en Medellín, e incluso patrulla sus
calles”. Esto último mueve a risa por física carencia de argumentos: arista de
escándalo que soslaya el debido análisis. Coincido con el general José Ángel
Mendoza Guzmán, director de la Policía Metropolitana, quien nos recuerda que de
tiempo atrás delincuencia y sus socios, los carteles, han hecho acuerdos, aún
de nivel internacional: nada nuevo bajo el sol.
Los estudiosos de estos temas deberíamos
profundizar en las causas y factores que inducen la presencia de problemas
estructurales de seguridad en las comunas. Hay que verlos como un legado del
Cartel de Medellín, agravados por la negligente actuación de algunas
autoridades: hubo casos de connivencia entre estos actores; a ellos adhirieron algunos
políticos, empresarios y hasta líderes sociales, a lo largo de varias décadas.
Afortunadamente las cosas están cambiando, para bien de la ciudad y como
resultado de unas autoridades más comprometidas y eficaces. A pesar del
esfuerzo de las autoridades, las expresiones de violencia son repetitivas y
erradicarlas implica conjugar colaboración ciudadana con esfuerzo institucional.
Que las autoridades sigan golpeando las
estructuras delincuenciales, que incrementen las inversiones en materia de
seguridad, que ataquen el componente económico y empresarial del crimen, sus rentas
legales e ilegales, y que identifiquen esa “mano invisible” que las maneja. Aquí
vale destacar el esfuerzo de las autoridades para enfrentar la inseguridad en el
centro de Medellín y los resultados logrados, pese a las enormes dimensiones del
problema.
Debemos entender que el posconflicto será
una enorme alternativa para insertar estos fenómenos de violencia en una
propuesta nacional. Así que es urgente empezar a perfilar un plan de trabajo
que defina el trascendental papel que le tiene que corresponder a la región,
llegado el momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario