SIN RODEOS
Concierto para obstruir
Por
Jaime A. Fajardo Landaeta
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@JaimeFajardoLan
El
gobierno Santos y la Unidad Nacional no pueden dejarse arrinconar por la
estrategia que viene implementado la ultraderecha en contra de la paz y de los
proyectos banderas de la actual administración.
Se
trata de adversarios que, en lo institucional, tienen como punta de lanza al procurador
Alejandro Ordóñez, quien hizo a un lado la gestión disciplinaria y el deber de luchar
contra la corrupción para dedicarse a perseguir las actuaciones del presidente
Santos y a obstruir el proceso de paz. En lo político, el Centro Democrático acoge
cualquier iniciativa orientada a frenar los esfuerzos por la reconciliación y
la equidad entre los colombianos. En lo económico, parece que a algunos
representantes de los gremios sólo les preocupa salvar sus arcas, sin
importarles los programas sociales en marcha.
Pero
a su vez el Gobierno incurre en torpezas: tiene que mejorar la estrategia de comunicación
pública para hacerla oportuna, transparente y eficaz. Estamos muy lejos de la
posibilidad de sacarle ventaja política. Y tiene que aprovechar en mejor medida
el entorno positivo alentado por el proceso de paz y el destacado papel que se
le reconoce a Santos como dirigente de talla mundial, y a nuestro país como
actor con papeles protagónicos.
En
el caso Panamá y el tema del paraíso fiscal, queda demostrada la doble moral de
algunos gremios: era necesario que nuestro gobierno tomara esa medida, sin
menoscabo del diálogo que avanza al escribir estas líneas. Se trata, si se
quiere, de una decisión de carácter constitucional y legal. Pero algunos medios
de comunicación se opusieron, para salvaguardar intereses legítimos de ciertos
gremios e inversionistas, soslayando el deber de presentar fórmulas tendientes
a resolver el asunto, y desaprovechando una excelente oportunidad para avanzar
en la cultura del repudio a la evasión fiscal y tributaria, y de apoyo a la
lucha contra las rentas ilegales en el plano internacional.
También
es urgente que el Gobierno diseñe una ambiciosa ofensiva para unificar el
discurso político de los voceros y defensores de la paz, y el de las
iniciativas sociales y económicas que sustentan las banderas que le dieron
mayor legitimidad en las pasadas elecciones, en contra de las pretensiones de
la extrema derecha. Es evidente que al sector que encabeza el senador Uribe no
le va bien en el Congreso de la República, pero a la contraparte le falta
mística y capacidad de convicción; también, abandonar el protagonismo interno que
derrocha al confrontar ideológicamente a sus opositores.
La
verdad, al comparar lo que se viene acordando en los diálogos con las farc en
la Habana y otros procesos en países donde se han dado negociaciones con
guerrillas, la conclusión a que se llega es sencilla: es poco lo que se ha
cedido y mucho lo que se ha alcanzado.
Es
un hecho que cuando el proceso de negociación llegue a buen puerto se
incrementará ostensiblemente su credibilidad, al igual que el apoyo de la
comunidad internacional. El reto ahora consiste en avanzar en una férrea
defensa de las propuestas encaminadas a generar dicha credibilidad y confianza,
porque la enceguecida oposición tratará de impedir cualquier acierto en este
campo. Toca entonces desarrollar capacidad para arrinconar a estos soñadores
del pasado y de cuantos intereses oscuros ha tenido la nación.
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