20 de octubre de 2014

CONCIERTO PARA OBSTRUIR

SIN RODEOS

Concierto para obstruir

 

Por Jaime A. Fajardo Landaeta

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El gobierno Santos y la Unidad Nacional no pueden dejarse arrinconar por la estrategia que viene implementado la ultraderecha en contra de la paz y de los proyectos banderas de la actual administración.

Se trata de adversarios que, en lo institucional, tienen como punta de lanza al procurador Alejandro Ordóñez, quien hizo a un lado la gestión disciplinaria y el deber de luchar contra la corrupción para dedicarse a perseguir las actuaciones del presidente Santos y a obstruir el proceso de paz. En lo político, el Centro Democrático acoge cualquier iniciativa orientada a frenar los esfuerzos por la reconciliación y la equidad entre los colombianos. En lo económico, parece que a algunos representantes de los gremios sólo les preocupa salvar sus arcas, sin importarles los programas sociales en marcha.

Pero a su vez el Gobierno incurre en torpezas: tiene que mejorar la estrategia de comunicación pública para hacerla oportuna, transparente y eficaz. Estamos muy lejos de la posibilidad de sacarle ventaja política. Y tiene que aprovechar en mejor medida el entorno positivo alentado por el proceso de paz y el destacado papel que se le reconoce a Santos como dirigente de talla mundial, y a nuestro país como actor con papeles protagónicos.

En el caso Panamá y el tema del paraíso fiscal, queda demostrada la doble moral de algunos gremios: era necesario que nuestro gobierno tomara esa medida, sin menoscabo del diálogo que avanza al escribir estas líneas. Se trata, si se quiere, de una decisión de carácter constitucional y legal. Pero algunos medios de comunicación se opusieron, para salvaguardar intereses legítimos de ciertos gremios e inversionistas, soslayando el deber de presentar fórmulas tendientes a resolver el asunto, y desaprovechando una excelente oportunidad para avanzar en la cultura del repudio a la evasión fiscal y tributaria, y de apoyo a la lucha contra las rentas ilegales en el plano internacional.

También es urgente que el Gobierno diseñe una ambiciosa ofensiva para unificar el discurso político de los voceros y defensores de la paz, y el de las iniciativas sociales y económicas que sustentan las banderas que le dieron mayor legitimidad en las pasadas elecciones, en contra de las pretensiones de la extrema derecha. Es evidente que al sector que encabeza el senador Uribe no le va bien en el Congreso de la República, pero a la contraparte le falta mística y capacidad de convicción; también, abandonar el protagonismo interno que derrocha al confrontar ideológicamente a sus opositores.

La verdad, al comparar lo que se viene acordando en los diálogos con las farc en la Habana y otros procesos en países donde se han dado negociaciones con guerrillas, la conclusión a que se llega es sencilla: es poco lo que se ha cedido y mucho lo que se ha alcanzado.


Es un hecho que cuando el proceso de negociación llegue a buen puerto se incrementará ostensiblemente su credibilidad, al igual que el apoyo de la comunidad internacional. El reto ahora consiste en avanzar en una férrea defensa de las propuestas encaminadas a generar dicha credibilidad y confianza, porque la enceguecida oposición tratará de impedir cualquier acierto en este campo. Toca entonces desarrollar capacidad para arrinconar a estos soñadores del pasado y de cuantos intereses oscuros ha tenido la nación.

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