21 de octubre de 2014

NURDÍN DÍAZ



Nurdín Díaz, víctima de guerra en Colombia murió sin lograr justicia

NotimexBy NTX | Notimex – dom, 19 oct 2014

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Por Edelmiro Franco. Corresponsal
Bogotá, 19 Oct (Notimex).- El abogado colombiano Nurdín Díaz quedó parapléjico en 1989 víctima de un atentado de los derechistas grupos paramilitares y el pasado 12 de agosto murió aquí, esperando y soñando que la justicia llegara, como miles y miles de víctimas de la guerra.
Conocí a Nurdín Díaz cuando era funcionario del Congreso de Colombia y en su pequeña oficina me contó con rabia que el hombre que dio la orden para asesinarlo fue el jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia, Salvatore Mancuso, quien fue extraditado a Estados Unidos.
Recuerdo que me dijo: "Mancuso es el responsable de este atentado y lo acusamos directamente a él y a los hermanos Castaño, Fidel, Carlos y Vicente", mientras mostraba fotografías y reseñas de la prensa de la época.
El abogado y dos de sus compañeros fueron "fumigados" por las ametralladoras de los sicarios paramilitares el 10 de noviembre de 1989, en el centro de la ciudad de Montería, capital del departamento de Córdoba.
Lo más paradójico y curioso fue que el ataque sucedió a cuatro cuadras del comando departamental de la Policía de Córdoba y también muy cerca de las oficinas del desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) o policía secreta de Colombia.
La balacera que destruyó el vehículo sólo fue escuchada por los vecinos del lugar, quienes salieron a prestar auxilio a los heridos. Misteriosamente, el sonido ensordecedor de las balas no llegó a los oídos de los policías, ni a los de los agentes secretos.
Era la época en que empezaba la consolidación de las ultraderechistas Autodefensas Campesinas de Córdoba (ACC), que luego dieron paso a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), bajo la dirección de los hermanos Castaño.
Mancuso no aparecía en público como jefe de los paramilitares pero luego, este hombre de ascendencia italiana y de familia ganadera de Córdoba, surgió como uno de los máximos jefes paramilitares de Colombia.
Durante el proceso de negociación y desmovilización del rebelde Ejército Popular de Liberación (EPL), en 1991, se conoció que la orden directa de los atentados contra los dirigentes de izquierda en Córdoba la dio Mancuso.
La mayoría de los asesinatos selectivos y masacres que ocurrieron a finales de la década de los 80 y principios de los 90 en Córdoba eran de militantes del Frente Popular, Unión Patriótica (UP) y A Luchar.
Para los organismos de seguridad y para los jefes paramilitares, estos tres movimientos eran expresiones políticas de los grupos rebeldes EPL, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y Ejército de Liberación Nacional (ELN), respectivamente.
Para Nurdín Díaz, estos movimientos eran "expresiones políticas legales y no armadas" y su objetivo era hacer un trabajo social amplio en sus diferentes localidades.
El abogado fue fundador del Frente Popular y un aguerrido opositor de la clase política dirigente de su departamento, por lo cual trabajaba una unidad con la UP y A Luchar para ganar más espacio político en la región.
Pero los paramilitares, encabezados por los hermanos Castaño y Mancuso, se encargaron de diezmar a sangre y fuego a estos nuevos proyectos políticos que empezaban a ganar cada vez más simpatía entre la población cordobesa.
Las ideas comunistas y el proyecto político del Frente Popular se abrían paso en el departamento de Córdoba, cuna de los ultraderechistas paramilitares, por lo cual Castaño y Mancuso dispusieron su eliminación.
Mancuso es un desmovilizado jefe paramilitar, quien fue cobijado por la Ley Justicia y Paz que otorgó beneficios judiciales a los responsables de crímenes de lesa humanidad, pero posteriormente fue extraditado a Estados Unidos por el gobierno de Alvaro Uribe Vélez.
Esta Ley aprobada en el gobierno de Uribe Vélez, estableció que los paramilitares desmovilizados y responsables de crímenes atroces sólo estarían en prisión por un periodo máximo de ocho años, lo que generó un sentimiento de impotencia por parte de las víctimas de estos grupos irregulares.
Mancuso, un espigado y atlético ganadero, de buen comer y beber, recorría- antes de su extradición- las calles de Montería y poblados de Córdoba con protección del gobierno por su carácter de desmovilizado, haciendo negocios para aumentar su riqueza que acumuló en sus años de jefe paramilitar.
Mientras, Nurdín Díaz, su víctima, logró vincularse con su parálisis corporal al Congreso de Colombia, en donde trabajó en las áreas administrativas, hasta hace año y medio cuando logró su pensión a los 62 años de edad.
“El día del atentado fue toda una tragedia. En la sala de cuidados intensivos supe que las balas me afectaron el diafragma, el pulmón, me destruyeron parte del hígado y por supuesto quedé como hombre parapléjico", recordó y entró en silencio como si su mente estuviera regresando las imágenes del atentado y de la clínica.
Pero el drama no terminó en la sala de cirugía, siguió porque 15 días después los paramilitares asesinaron a un hermano de su esposa cuando iba en un vehículo con sus dos hijos, quienes resultaron ilesos del ataque.
"Asesinaron a mi cuñado delante de mis dos hijos pequeños", dijo el abogado con voz entrecortada y con las lágrimas que no pudo detener, que no detenía cuando siempre que relataba su historia que hace parte de la memoria de una guerra que lleva cinco décadas con cerca de siete millones de víctimas.
Nurdín, quien disfrutaba de su pensión y de su familia, que fue el gran apoyo para sobrevivir después del atentado, estaba pendiente- como víctima de esta guerra- del desarrollo de los diálogos del gobierno con las FARC en La Habana, porque siempre fue un creyente de la solución política negociada al conflicto interno colombiano.
En las últimas conversaciones que sostuvo Nurdín con sus amigos, siempre hablaba de paz y soñaba que de los diálogos de La Habana, saliera un acuerdo real de justicia, verdad y reparación para los millones de víctimas de la guerra.
El sueño de Nurdín quizá esté cerca, pero esa justicia con verdad y reparación por parte de los actores de este conflicto interno de cinco décadas se quedó en eso, en un sueño que él se llevó para la eternidad.
NTX/EF/

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