SIN RODEOS
Pandemias y distractores
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
twitter: @JaimeFajardoLan
Entradilla:
Seguramente podremos frenar la expansión del coronavirus, pero no atender
las urgentes reivindicaciones sociales de la clase trabajadora.
Consecuente
con las medidas de todo tipo que se están tomando para controlar la expansión
del coronavirus y minimizar su impacto, invito a hacer un enorme esfuerzo para
unir al conjunto de la sociedad en esta lucha, hasta el logro integral del
objetivo.
No
conviene desatender las decisiones que al respeto tomen las diferentes
autoridades; por el contrario, como ciudadanos responsables, debemos gestionar
entre nuestras familias y en el entorno social la adopción de los compromisos y
el desarrollo de las actividades orientados a la superación exitosa de este
desafío.
Algunos
analistas aceptan que, si China está superando la enfermedad, es resultado de
la eficiencia y organización que ha alcanzado en materia de salud e
infraestructura médica, y de la disciplina y cultura de su gente; también, de las
medidas adoptadas frente a la epidemia. Aunque genera suspicacia la noticia publicada
por El Heraldo de Baja California (“Operación Jaque Mate”), en el
sentido de que China habría aprovechado el pánico de los mercados para adquirir
a bajo costo algunas empresas extranjeras instaladas en su territorio y que habrían
perdido valor. El mundo espera que haya más claridad sobre esta denuncia.
A
todas estas, resultan evidentes los síntomas de una posible recesión económica
mundial: algunos ya se venían observando desde mucho antes de la aparición del
coronavirus, utilizado por algunas potencias para incurrir en ciertas maniobras
buscando su usufructo, en detrimento de las economías más débiles e incapaces
de responder oportunamente al fenómeno.
Aunque
en Colombia estemos uniendo esfuerzos para contrarrestar los efectos de la
pandemia, no podemos dejar de lado otros graves problemas que debemos resolver:
es el caso de la continuidad en el asesinato de los líderes sociales, nuestra
propia “pandemia”. También, la creciente inconformidad social y la demanda de soluciones
a asuntos que resultaron detonantes del pasado paro nacional. Igual, el anuncio
de futuras movilizaciones sociales que estarán por un tiempo postergadas. O
bien, el caso de los desplazamientos masivos de familias humildes, agobiadas
por el accionar de grupos ilegales en sus territorios, sumado al saldo negativo
que hoy arroja la escasa implementación de los acuerdos de paz, que a su vez ha
conducido a serios pronunciamientos de la comunidad internacional y al choque
entre el Gobierno y algunos representantes de la ONU.
También
era de esperar que el Gobierno, que carga con el inri de una muy baja
aceptación entre los ciudadanos, pretendiera desviar la atención, buscando recuperar
imagen y credibilidad, para afianzar algo de la gobernabilidad perdida por el desprestigio
y el cuestionamiento de que es objeto su partido político, en cabeza de sus más
altos dirigentes.
Guardadas
las proporciones, y a pesar de la gravedad de la epidemia del coronavirus en el
país, no es este uno de los peores momentos que hallamos vivido: no supera el
drama de un dilatado conflicto armado que suma más de sesenta años de horror,
con miles y miles de víctimas en todos los órdenes.
Tampoco
debemos permitir que se utilice como un comodín para tratar de imponer las
reformas que están impulsando algunos gremios económicos, y cuya
materialización traerá más miseria y pobreza. La reforma pensional, el trabajo
por horas en contra de la estabilidad laboral y la pérdida de conquistas
significativas que por años han logrado los trabajadores, se quieren presentar
como altos costos laborales que es preciso desmontar. La lucha contra la
corrupción debe continuar en los niveles que se traían y la #Ñeñevirus no puede parar hasta culminar
con todas las investigaciones pertinentes.
Estoy
seguro de que las medidas adoptadas para combatir la pandemia serán efectivas,
lo que no me atrevo a afirmar es que pase lo mismo con las reivindicaciones
sociales de la clase trabajadora.
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