SIN RODEOS
Urgente pero aún pendiente
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
Twitter: @JaimeFajardoLan
Entradilla:
Agilizar la implementación de los acuerdos de paz para frenar
locuras en marcha.
No
puede ser más descabellada la decisión que tomaron varios miembros de las antiguas
Farc de volver a la guerra, golpeando seriamente el proceso de paz, al igual
que lo han hecho los más encarnizados detractores de éste.
Ese
reducido número de combatientes, que sale armado en un vídeo muy publicitado,
con Iván Márquez, Santrich, el Paisa y Romaña, entre otros, no representa a la inmensa
mayoría de desmovilizados que se mantiene firme en el cumplimiento de los
acuerdos de paz: son más de 10.000, que exigen el apoyo de toda la sociedad y
de la comunidad internacional, pues se la están jugando por el éxito de los
acuerdos de paz.
Desde
hace un tiempo, Márquez venía ambientando la idea de que las Farc se estaban
volviendo a armar; ahora nos echa el cuento de la “nueva Marquetalia”. También
en otro momento hizo un llamado para que se suspendiera el proceso de
negociación y denigró de la entrega de armas, pero esa necedad no encontró eco.
Hacen
bien los líderes del partido Farc en catalogar como un engaño lo que pretende
hacer esta disidencia, y pedir perdón por los efectos negativos que produce
sobre el acuerdo de paz, al tiempo que reitera su voluntad inquebrantable de
continuar defendiendo lo pactado, mientras urge su implementación integral.
A
su vez el presidente Iván Duque advierte que nadie se dejará intimidar y ordena
crear un grupo elite para combatir esta agrupación de delincuentes, pero guarda
silencio acerca del todavía pendiente proceso de implementación. El Gobierno
solo habla de algunos aspectos referidos a la reincorporación de los combatientes,
y les ofrece apoyo, pero no se ocupa de los acuerdos en su totalidad.
Entonces,
¿dónde queda la agenda negociada en La Habana? Ni se mencionan los temas que
permitirían dar cumplimiento a los acuerdos, para finiquitar el conflicto
armado. ¿Qué pasó con los asuntos agrarios? ¿Y con la libertad de cientos de
guerrilleros que siguen detenidos, cuando deberían estar en libertad y trabajando
por la paz? ¿Y con las garantías de seguridad para los excombatientes y líderes
sociales, que siguen cayendo asesinados? ¿Qué pasa con el enfoque integral del
problema del narcotráfico incluido en los acuerdos, que además le exige al Estado
colombiano crear escenarios internacionales para abordarlo con sus posibles
soluciones? En fin, son muchos los casos que permiten comprobar que el gobierno
Duque soslaya la implementación del conjunto de los acuerdos.
El
caso es que ya deberían estar vigentes unas 50 leyes que permitirían consolidar
los pactos firmados, pero el Gobierno se mantiene renuente a presentar dichas
iniciativas al Congreso. Eso sí, le hace creer a la comunidad internacional que
todo va viento en popa, logrando que ésta mantenga su respaldo al proceso, para
que fluyan los recursos económicos prometidos, lo que constituye una evidente
burla.
Los
sectores más radicales, que a la vez son los más representativos del partido Centro
Democrático, siguen empeñados en tumbar los acuerdos, mientras ocultan su
interés de propiciar la impunidad de los terceros financiadores del conflicto
armado y creadores en gran parte del paramilitarismo. No está entre sus
prioridades aportar a la construcción de la verdad y a la posibilidad de que
realmente se haga justicia.
En
fin, no creemos que la decisión de Iván Márquez y los otros miembros de las antiguas
Farc de retomar las armas tenga algún futuro. Pero una de las imperiosas tareas
del momento para anular sus argumentos es implementar integralmente los
acuerdos de paz y es ahí donde aparece una de las mayores debilidades del
Gobierno de Iván Duque, principal responsable de que no avance y se consolide
el proceso de aclimatación de la paz.
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