SIN RODEOS
Realidad
sin distorsiones
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
Twiter: @JaimeFajardoLan
Las características de las dinámicas delincuenciales en ciudades como
Medellín se deben analizar con especial rigor, para no incurrir en apreciaciones
superficiales alejadas de la realidad de los territorios.
Cuando sus actores logran control territorial porque absorben a otro
combo o banda, o porque suman espacios en procura de acceder a nuevas rentas
criminales, o por la acción de las autoridades, eluden los enfrentamientos y
hostigamientos a la población, para generar condiciones que optimicen el
ejercicio del microtráfico, la extorsión, el hurto y otras expresiones del
delito.
Luego de protagonizar enfrentamientos, balaceras frecuentes, homicidios y de falta de control territorial, algunos combos
o bandas llegan a acuerdos de no agresión o de reparto territorial, o son
absorbidas por otra ODIN, según el botín en juego. Estos acuerdos varían según las
circunstancias y la capacidad de cada estructura criminal, y algunos los denominan “Pactos del fusil”: fenómeno recurrente
y normal entre la delincuencia, que por tanto no amerita el escándalo que se
arma, de tiempo en tiempo, con alguna posible ruptura, lo que produce
apreciaciones lejanas a la realidad.
Lo importante para las autoridades es que su política contra la
delincuencia no se base en la existencia o no de tales pactos. Tienen que
mantener una línea de acción que arroje resultados mientras afianza la
institucionalidad en los territorios. Hay que reconocer que los organismos de
seguridad, Fuerza Pública y la Justicia están logrando una destacable
efectividad en esta lucha, mayor coordinación, que ha llevado a su contención y
a la disminución del número de homicidios. Ver: “cinco claves de la caída
histórica del homicidio en Medellín”, periódico el tiempo pagina 9 (6-09-2015)
En Medellín existen entre nueve y diez ODIN, de las cuales se desprenden
las estructuras que hacen presencia en muchos barrios. Puede suceder que una
sola ODIN los controle, sin que ello signifique que existan por comuna 20 o 30
grupos delincuenciales diferentes, como a veces se quiere presentar. En el caso
que se presenta en la comuna 16 (Belén), en sectores de La Capilla y Belén Rincón,
donde ha surgido un foco de tensión por enfrentamientos entre combos, a la par,
se registra la captura de mandos medios que significan golpes certeros a estas
organizaciones: han caído los alias El Mico y Guasón y algunos de sus
subalternos, Nevera y Pecas, en pocos meses, entre otros. Se demuestra con
esto, que la tensión que crean sus acciones delictivas se enfrenta con
fortaleza por parte de la institucionalidad y no genera mayor control
territorial de los ilegales.
Entonces se puede afirmar que el despliegue y capacidad de la
institucionalidad permite ejercer un mayor control sobre los territorios,
avanzar en la contención de la ilegalidad, desarrollar mejores actividades de
prevención y dotar a la policía y los organismos de justicia y control de más y
mejores instrumentos para cumplir su misión. Pero también es cierto que estamos
lejos de despejar a la ciudad de la presencia de estas organizaciones, especialistas
en captar rentas ilegales.
En síntesis, no existe hoy en la ciudad una delincuencia con la
capacidad que se le conoció en décadas pasadas, pero sí una fuerza pública muy
profesional, experta en investigación e inteligencia, con mayor tecnología para
tomar la iniciativa en muchos campos. Esta es la base fundamental para la
reducción de los homicidios, reconociendo que falta fustigar a algunas
organizaciones para asegurar que los óptimos resultados obtenidos se consoliden.
La respuesta debe ser una política integral de seguridad y convivencia donde el
conjunto de la administración, y no solo una dependencia, los organismos de
seguridad y justicia, tengan responsabilidades concretas con esta misión.
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