SIN RODEOS
Diálogo
y elecciones
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
e-mail: fajardolan@une.net.co
Twiter: @JaimeFajardoLan
Lo
mejor que le podría pasar al diálogo de La Habana sería que el próximo debate electoral
se convirtiera en un escenario de discusión, análisis y refrendación de sus
alcances.
La
búsqueda y logro de la paz debe ser una motivación nacional que movilice al conjunto
de la sociedad. Claro, también permite a los que defienden una posición opuesta
ventilar sus argumentos ante los potenciales electores, para que estos dispongan
de suficientes elementos conceptuales a la hora de decidir.
Infortunadamente
en la mesa de negoción en Cuba se repiten las situaciones que han llevado al fracaso
intentos similares: las Farc vuelven a exagerar sus apreciaciones frente a los
micrófonos, en lugar de entregar mensajes que generen optimismo en el país y en
la comunidad internacional. Desbordan los contenidos de la agenda y
sobredimensionan su capacidad de negociación. Usan este escenario para alentar
a sus militantes, porque temen ser percibidos como traidores. Manosean la
oportunidad histórica de resolver las causas del conflicto vía diálogo, al
entenderlo como producto de una situación obligada por circunstancias ajenas a
su voluntad. Creen que el Gobierno nacional aceptará todo lo que pidan y le
restan valor al apoyo de la comunidad internacional.
Frente
a este panorama dos verdades de Perogrullo: la lucha armada no es opción de
poder en Colombia. Aunque se mantienen muchos de los aspectos estructurales del
conflicto, ha perdido vigencia en los últimos años. Dilatar las negociaciones es
restarle oportunidades a una solución negociada en el contexto del DIH y de los
DD. HH. La otra verdad: son diferentes los tiempos de la guerrilla y los del
gobierno. Pero aquélla debería saber que no está en sus manos definir el
escenario que lleve a una pronta negociación.
El
Gobierno se la ha jugado por un acuerdo. Incluso busca el acompañamiento de la
comunidad internacional y su comprensión en relación con un tema clave: la
Justicia Transicional y el modelo que requiere nuestro país. La absurda oposición
del uribismo no lo amilana. A pesar de los bajos índices de credibilidad,
mantiene tonificado el discurso de la paz, prepara escenarios y presenta leyes
que ayudarán a su concreción. Pero su interlocutor poco valora estos esfuerzos.
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