SIN RODEOS
Más
sobre el matrimonio igualitario
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
twiter: @jaimefajardolan
Es
falsa, en toda su extensión, la muy ventilada idea de que el matrimonio solo es
posible entre un hombre y una mujer, porque su fundamento es la procreación.
Para no referirnos a hechos históricos que la desmienten, es necesario hablar
de las diversas modalidades que se vienen imponiendo en el mundo. Desde parejas
que optan por la adopción como única expresión para la tenencia de hijos, hasta
mujeres que los buscan por fuera del matrimonio, o los quieren pero concebidos
en otro cuerpo. ¿Por qué estas prácticas no generan escándalo similar al que surge
cuando la comunidad LGTBI reclama sus derechos?
La
familia tradicional es el resultado de un desmoronamiento de la sociedad
comunitaria primitiva, fundamentada en la tiranía y el sometimiento esclavista
que generó las actuales costumbres, para reflejar ese pasado de horror.
Quiérase
o no, la tendencia mundial señala que cada vez habrá más países que van a reconocer
los derechos de la comunidad homosexual en toda su integralidad, incluido el concepto
de familia. Unas 14 naciones ya lo hacen, mientras pierde espacio la posición
ultraconservadora contraria. En Colombia tarde que temprano se impondrá el
matrimonio igualitario.
La
amenaza de que la aprobación del matrimonio igualitario enojará a Dios, con
consecuencias catastróficas, es solo expresión de un sector de la sociedad que
añora las reglas y el orden moral que tanto daño han causado y que han sido el
soporte de un imperio patriarcal, antidemocrático y totalitario.
Recuerdo
que cuando niño a las familias con un hijo o hija homosexual les exigían,
fundamentalmente la Iglesia, que lo escondieran o alejaran del contacto con otras
personas. Muchos sufrían vejámenes similares a los que hoy ponen en práctica
los países musulmanes y sectores retardatarios en general.
El
concepto de familia y el reconocimiento a las parejas del mismo sexo, como otra
de sus expresiones, obedece a las nuevas realidades que el mundo debe enfrentar
y reconocer y que cada vez introducen dinámicas sociales que ameritan los replanteamientos
del caso. Se trata de cambios que la humanidad tiene que asimilar, so pena de
estrellarse contra el concepto evolutivo de la comunidad mundial. Sin que ello
niegue la validez del concepto tradicional de familia, que es otra de las
expresiones vigentes
El
Congreso de Colombia no quiso legislar según la orientación de la honorable
Corte Constitucional. Entonces le corresponde a ella reconocer el derecho que nos
ocupa, para darles una lección a los senadores que, en su mayoría, escogieron
la alternativa retrógrada que identifica a un sector del país liderado por el procurador
Alejandro Ordoñez.
Hay
que decirlo con toda firmeza: o la Iglesia se moderniza o la tarea la harán sus
propios adeptos. Seguir apoyándose en Dios y en la Biblia para desconocer
derechos fundamentales no es hoy opción válida.
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