SIN RODEOS
¿Nos
daremos la pela?
Por Jaime
A. Fajardo Landaeta
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Los
inminentes diálogos con las Farc suscitan el mayor interés, pero también un
moderado optimismo entre los colombianos que, en general, avizoran un buen
suceso. En tal caso, el país se encaminaría hacia la negociación del conflicto
armado, y habría que idearse cómo concretar una reconciliación general.
La
legislación vigente resulta insuficiente para generar los mecanismos jurídicos que
demanda la instauración de la paz, así que debe pensarse en otros que no solo se
ocupen de los integrantes de las organizaciones guerrilleras, sino también de actores
igualmente vinculados al conflicto armado, bien sea provenientes del
establecimiento, o de sectores de las extremas de izquierda y de derecha. Es
decir que no solo se buscarían medidas jurídicas o de tipo transicional para ellos,
sino que tanto el Gobierno como el Congreso de la República tendrían que definir
las gestiones que el asunto exige. Generando, a la vez,
los escenarios que requieren el conocimientos pleno de los hechos que
acompañaron el desenlace del conflicto armado
Se
argumentará la comisión de delitos que no puede abordar el Marco Jurídico para
la Paz, que otros no contemplados por la jurisprudencia llegarán a la Corte Internacional,
y que en últimas lo importante es que haya verdad, justicia y reparación para
las víctimas, y aplicación de un castigo ejemplar a los victimarios.
Habría
que señalar que la búsqueda de la verdad no necesariamente está asociada a la
dureza de las penas que se impongan, pues existen los mecanismos para abordar
este tópico, y la propia justicia transicional lo puede hacer. Lo importante es
que se conozca exactamente qué sucedió, para no repetir el violento ciclo, y
que se adopten procedimientos para que las cargas de responsabilidad queden
bien establecidas. También es cierto que en la medida en que los colombianos acordemos
cómo resolver los aspectos del conflicto, poco espacio le quedará a la Corte
Internacional para intervenir.
Las
víctimas serán resarcidas en todos los aspectos, sin que ello impida construir una
agenda de reconciliación. Pero el delicado proceso estaría abocado al fracaso
si no se encuentran salidas al problema de los militares que han cometido
delitos al calor de la confrontación, y si no se abren posibilidades jurídicas
para que otros actores intervengan. Considero que habría que adecuar mecanismos
de sometimiento a la justicia que lleven al desmonte de las estructuras del
narcotráfico, las bandas criminales y en general de todos los factores que
puedan incidir en el recicle del conflicto o en el reemplazo de las Farc, luego
de su desmovilización. ¿Nos vamos a dar esa pela o repetiremos el ciclo del horror,
tema reiterativo de esta columna?
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