SIN RODEOS
Diálogos y apoyo
popular
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
Twiter: @JaimeFajardoLan
Una
vez conocida la nómina de negociadores por parte del Gobierno Nacional y de las
Farc, nada nos debe sorprender acerca de su conformación. Salvo que la
guerrilla esté jugando la carta de incluir a EE. UU. en el proceso, con la
designación de Simón Trinidad entre sus quíntuples.
Se
ha dicho que esa decisión dificultará los inminentes diálogos. Yo la veo como una
estrategia para lograr mayor compromiso del gobierno norteamericano. Las Farc
son conscientes de que la decisión de tener a Trinidad en la mesa es asunto que
sólo dicho gobierno podrá definir. A menos que quieran enviar un mensaje relativo
a la importancia de la participación gringa en el proceso.
Ahora
bien, crece el apoyo que ha suscitado el anuncio del comienzo de dichos diálogos
tanto en Colombia como en el resto del mundo. Hasta el punto que los uribistas
más radicales, como en el caso del senador Juan Carlos Vélez, han
planteado la posibilidad de convertirse
en sus veedores. La pregunta es ¿cómo hago de veedor de algo que desconozco? Estarán buscando no quedarse por fuera de la
foto…
Porque
la verdad es que posturas como la enarbolada por José Obdulio Gaviria en reciente
columna en el diario El Tiempo, no ganan adeptos ni entre los parapolíticos, ni
mucho menos entre la misma extrema derecha. Parece que se están quedando solos
y aguardan pacientemente que el proceso fracase o que se les aparezca la manera
de atravesarse, cual mulas muertas, en el camino: ¡están más solos que Pinochet
en sus últimos días!
De
otro lado, ha surgido una iniciativa de algunos miembros del Congreso de la
República, de diversas ONG, del movimiento sindical y del propio Gobierno
Nacional para convocar una gran marcha en apoyo a los proyectados diálogos. He
ahí una oportunidad para concretar la expresión popular, y para que gobernadores
y alcaldes convoquen a sus dirigidos en este sentido. La presión ciudadana
exigiendo el final del conflicto servirá, además, para que los actores que le
queden mal al país o al mundo encuentren de inmediato el más abrumador rechazo.
Pero de llegar a feliz término, como todos esperamos, que obtengan igual nivel
de respaldo para arrinconar a los enemigos del proceso y alcanzar la paz buscada.
Ningún
colombiano puede permanecer de espaldas a las posibles negociaciones y a sus
implicaciones. Como ha afirmado el presidente Santos, Uribe significa el pasado;
además, debemos entender, empezando con los medios de comunicación, que la
época del oscurantismo debe “descansar en paz” de una buena vez.
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