19 de septiembre de 2012

Diáologos y apoyo popular




SIN RODEOS
                                                                                                          
Diálogos y apoyo popular

 

Por Jaime A. Fajardo Landaeta

e-mail: fajardolan@une.net.co, jaimefajardolandaeta@gmail.com
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Una vez conocida la nómina de negociadores por parte del Gobierno Nacional y de las Farc, nada nos debe sorprender acerca de su conformación. Salvo que la guerrilla esté jugando la carta de incluir a EE. UU. en el proceso, con la designación de Simón Trinidad entre sus quíntuples.

Se ha dicho que esa decisión dificultará los inminentes diálogos. Yo la veo como una estrategia para lograr mayor compromiso del gobierno norteamericano. Las Farc son conscientes de que la decisión de tener a Trinidad en la mesa es asunto que sólo dicho gobierno podrá definir. A menos que quieran enviar un mensaje relativo a la importancia de la participación gringa en el proceso.

Ahora bien, crece el apoyo que ha suscitado el anuncio del comienzo de dichos diálogos tanto en Colombia como en el resto del mundo. Hasta el punto que los uribistas más radicales, como en el caso del senador Juan Carlos Vélez, han planteado  la posibilidad de convertirse en sus veedores. La pregunta es ¿cómo hago de veedor de algo que desconozco?  Estarán buscando no quedarse por fuera de la foto…

Porque la verdad es que posturas como la enarbolada por José Obdulio Gaviria en reciente columna en el diario El Tiempo, no ganan adeptos ni entre los parapolíticos, ni mucho menos entre la misma extrema derecha. Parece que se están quedando solos y aguardan pacientemente que el proceso fracase o que se les aparezca la manera de atravesarse, cual mulas muertas, en el camino: ¡están más solos que Pinochet en sus últimos días!

De otro lado, ha surgido una iniciativa de algunos miembros del Congreso de la República, de diversas ONG, del movimiento sindical y del propio Gobierno Nacional para convocar una gran marcha en apoyo a los proyectados diálogos. He ahí una oportunidad para concretar la expresión popular, y para que gobernadores y alcaldes convoquen a sus dirigidos en este sentido. La presión ciudadana exigiendo el final del conflicto servirá, además, para que los actores que le queden mal al país o al mundo encuentren de inmediato el más abrumador rechazo. Pero de llegar a feliz término, como todos esperamos, que obtengan igual nivel de respaldo para arrinconar a los enemigos del proceso y alcanzar la paz buscada.

Ningún colombiano puede permanecer de espaldas a las posibles negociaciones y a sus implicaciones. Como ha afirmado el presidente Santos, Uribe significa el pasado; además, debemos entender, empezando con los medios de comunicación, que la época del oscurantismo debe “descansar en paz” de una buena vez.

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