20 de junio de 2012

EL JUSTO MEDIO

Mantener el justo medio, indispensable en el proceso de búsqueda de la paz, no es una actitud fácil de alcanzar. De un lado está la posición de quienes pretenden que la guerrilla reciba todas las condiciones de favorabilidad posibles, desconociendo que han perdido históricas oportunidades de concretar una buena negociación; del otro, existe la tendencia a cerrar las puertas del diálogo y a exigir un sometimiento exento de acuerdos.

Entre estos puntos de vista el presidente Santos tiene que saber alcanzar ese justo medio, insistiendo en las posibilidades que ofrece un   diálogo franco y serio, siempre y cuando las Farc -y en cierta medida el ELN- demuestren su interés en un proceso con esas características, para ponerle fin al conflicto armado.

Sería un diálogo directo, sin intermediarios, y previa la liberación de todos los secuestrados. Además, muy objetivos sobre el nivel y alcances de una negociación. Existen espacios y escenarios para lograrlo, sumados a las posibilidades que da la ampliación del espectro democrático y el fortalecimiento del Estado social de derecho, que aún requiere de mayor inclusión y pluralismo político.

La guerrilla tiene que ser lo suficientemente audaz para aprovechar el planteamiento gubernamental, y para entender sus alcances políticos en los ámbitos interno y externo. El presidente ha ganado bastante terreno como para consolidar un proceso de negociación de buen recibo en amplias esferas de la vida política nacional y de la comunidad internacional.

A su turno las agrupaciones subversivas tendrán que formular sus propuestas y construir una agenda de paz propia: las ya conocidas son muy generales y abstractas. Además, parecieran de inspiración ajena al Secretariado, como de personas interesadas en sacar provecho de una posible negociación. Basta con mirar algunos escenarios de discusión donde participan ciertos sectores políticos y sociales, para darse cuenta que quieren convertirse en voceros de propuestas no debatidas por las Farc, pero presentadas como la mejor alternativa posible.

Igual pasa con sectores de extrema derecha que presionan al gobierno o pretenden reducir el campo de maniobra que exige toda posible negociación. Entonces hablan de desmoralización de la fuerza pública, si hay negociación, de que no hay nada que negociar o que los beneficios jurídicos derivados de un desmonte de la subversión ya están definidos. Agregan que, al igual que con el paramilitarismo, ésta debe dejar las armas e integrarse a la vida civil, o acogerse a un plan de desmovilización y esperar que la sociedad la admita como tal.

Con la guerrilla es preciso negociar, pero como dice el refrán popular: ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre. Por ahora nos tocará esperar a que ofrezca voluntad y condiciones, porque el gobierno de Santos ya tiene la llave lista para abrir la puerta de la paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario