SIN RODEOS
Seguidilla de torpezas
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
e-mail: jaimefajardolandaetagmail.com
Entradilla:
El bombazo del ELN terminó en salvavidas de un gobierno sin
discurso.
Con
la petición de Alemania al Gobierno colombiano de que dé aplicación al
protocolo acordado para los diálogos de La Habana con la delegación del ELN, se
reafirma la equivocada decisión del presidente Iván Duque de desconocerlo, al
levantar la mesa de diálogo como efecto del atentado terrorista contra la Escuela
de Cadetes General Santander en la ciudad de Bogotá.
Con
todo y el dolor implícito, el gobierno terminó sacando provecho de la torpe
acción terrorista de esa guerrilla, al manipular a la opinión pública y
desconocer a la comunidad internacional, creando de paso una cortina de humo
ante su incapacidad para resolver los apremiantes problemas del país.
El
listado de adversidades no es corto, y explica la baja popularidad que estaba
registrando el presidente Duque: su equivocado manejo de los acuerdos de paz
firmados con las Farc y que hicieron posible su desmovilización y el apoyo de
toda la comunidad internacional, la devolución del manejo de los recursos
fiscales a Fedegan a pesar de los señalamientos de corrupción, la creciente
actividad de los grupos ilegales y la incapacidad para prestar seguridad a las
comunidades azotadas por estas organizaciones, la desconfianza ciudadana en la
institucionalidad por el incremento de la corrupción en los últimos meses, las
movilizaciones que buscan la renuncia del fiscal general por actos comprobados
de corrupción en el caso Odebrecht… Un conjunto aciago que avizoraba el
desmadre de multitudinarias movilizaciones sociales como las que ya han puesto
en aprietos a la novel administración.
Preocupa
sobremanera la poca atención que se le presta al asesinato de líderes sociales;
alegremente se acusa solo a los grupos ilegales para soslayar las
responsabilidades de paramilitares, usurpadores de tierras, algunos ganaderos y
terratenientes que parecen blindados ante la Justicia colombiana. En el
entretanto, el mañoso comisionado de paz parece más un vocero militar empeñado
en afinar el redoble de tambores de guerra.
En
este escenario se produce el atroz bombazo del ELN con su secuela de muertos,
heridos y devastación física, pero sobre todo anímica, que desató un generalizado
repudio nacional e internacional, acentuado con el reconocimiento de la autoría
guerrillera que lo llamó acto de guerra, en respuesta a los ataques de las FF. MM.
a sus campamentos durante la tregua unilateral que decretó a finales del año
pasado.
Ese
zarpazo a cualquier esfuerzo hacia la consecución de la paz sirvió de
salvavidas a un gobierno que carece de hoja de ruta clara en la conducción de
las funciones estatales. Y este, presuroso, ha sabido sacarle jugo al demencial
atentado. Ahora la cantinela gira en torno a nuevas actividades de persecución
al ELN, el desconocimiento de los compromisos adquiridos con la comunidad
internacional en el caso de los protocolos, y la publicación de afiches y oferta
de abultadas recompensas por sus cabecillas, como conjunto de procedimientos anti-insurgentes
y no como una presión orientada a la negociación final.
Otra
alharaca se monta sobre la angustiante situación del pueblo venezolano, pero
como efectivo distractor, al tiempo que se embarca al país en un ambiente de
guerra solo favorable al interés norteamericano; una confrontación que
involucra a los gobiernos de Rusia y China interesados a su vez no en restablecer
la democracia del país vecino sino en apropiarse de sus riquezas.
El
gobierno se equivoca si cree duradera esta “luna de miel” al fragor del
atentado. A la mencionada petición de Alemania se sumarán más países que apoyaban
el proceso de diálogo con el ELN y la implementación de los acuerdos de paz con
las Farc. Además, preocupa que a muchas regiones regresó renovada la
confrontación, después de años de relativa tranquilidad. Se han dado
situaciones como la de Toribio, en el Cauca, donde se enfrentaron durante ocho
días unas disidencias de las Farc con los llamados Pelusos, con la muy notoria
ausencia de las FF. MM. de ese escenario de guerra.
Debemos
seguir luchando por la consolidación de la paz y para que se mantengan abiertos
los canales de diálogo con el ELN, al menos en lo que tiene que ver con la
liberación de los secuestrados, colombianos ahora a la deriva y en el olvido
por parte del gobierno central.
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