4 de febrero de 2019

SEGUIDILLAS DE TORPEZAS



SIN RODEOS

Seguidilla de torpezas

 

Por Jaime A. Fajardo Landaeta

e-mail: jaimefajardolandaetagmail.com

Entradilla:
El bombazo del ELN terminó en salvavidas de un gobierno sin discurso.

Con la petición de Alemania al Gobierno colombiano de que dé aplicación al protocolo acordado para los diálogos de La Habana con la delegación del ELN, se reafirma la equivocada decisión del presidente Iván Duque de desconocerlo, al levantar la mesa de diálogo como efecto del atentado terrorista contra la Escuela de Cadetes General Santander en la ciudad de Bogotá.

Con todo y el dolor implícito, el gobierno terminó sacando provecho de la torpe acción terrorista de esa guerrilla, al manipular a la opinión pública y desconocer a la comunidad internacional, creando de paso una cortina de humo ante su incapacidad para resolver los apremiantes problemas del país.

El listado de adversidades no es corto, y explica la baja popularidad que estaba registrando el presidente Duque: su equivocado manejo de los acuerdos de paz firmados con las Farc y que hicieron posible su desmovilización y el apoyo de toda la comunidad internacional, la devolución del manejo de los recursos fiscales a Fedegan a pesar de los señalamientos de corrupción, la creciente actividad de los grupos ilegales y la incapacidad para prestar seguridad a las comunidades azotadas por estas organizaciones, la desconfianza ciudadana en la institucionalidad por el incremento de la corrupción en los últimos meses, las movilizaciones que buscan la renuncia del fiscal general por actos comprobados de corrupción en el caso Odebrecht… Un conjunto aciago que avizoraba el desmadre de multitudinarias movilizaciones sociales como las que ya han puesto en aprietos a la novel administración.

Preocupa sobremanera la poca atención que se le presta al asesinato de líderes sociales; alegremente se acusa solo a los grupos ilegales para soslayar las responsabilidades de paramilitares, usurpadores de tierras, algunos ganaderos y terratenientes que parecen blindados ante la Justicia colombiana. En el entretanto, el mañoso comisionado de paz parece más un vocero militar empeñado en afinar el redoble de tambores de guerra.

En este escenario se produce el atroz bombazo del ELN con su secuela de muertos, heridos y devastación física, pero sobre todo anímica, que desató un generalizado repudio nacional e internacional, acentuado con el reconocimiento de la autoría guerrillera que lo llamó acto de guerra, en respuesta a los ataques de las FF. MM. a sus campamentos durante la tregua unilateral que decretó a finales del año pasado.

Ese zarpazo a cualquier esfuerzo hacia la consecución de la paz sirvió de salvavidas a un gobierno que carece de hoja de ruta clara en la conducción de las funciones estatales. Y este, presuroso, ha sabido sacarle jugo al demencial atentado. Ahora la cantinela gira en torno a nuevas actividades de persecución al ELN, el desconocimiento de los compromisos adquiridos con la comunidad internacional en el caso de los protocolos, y la publicación de afiches y oferta de abultadas recompensas por sus cabecillas, como conjunto de procedimientos anti-insurgentes y no como una presión orientada a la negociación final.

Otra alharaca se monta sobre la angustiante situación del pueblo venezolano, pero como efectivo distractor, al tiempo que se embarca al país en un ambiente de guerra solo favorable al interés norteamericano; una confrontación que involucra a los gobiernos de Rusia y China interesados a su vez no en restablecer la democracia del país vecino sino en apropiarse de sus riquezas.

El gobierno se equivoca si cree duradera esta “luna de miel” al fragor del atentado. A la mencionada petición de Alemania se sumarán más países que apoyaban el proceso de diálogo con el ELN y la implementación de los acuerdos de paz con las Farc. Además, preocupa que a muchas regiones regresó renovada la confrontación, después de años de relativa tranquilidad. Se han dado situaciones como la de Toribio, en el Cauca, donde se enfrentaron durante ocho días unas disidencias de las Farc con los llamados Pelusos, con la muy notoria ausencia de las FF. MM. de ese escenario de guerra.

Debemos seguir luchando por la consolidación de la paz y para que se mantengan abiertos los canales de diálogo con el ELN, al menos en lo que tiene que ver con la liberación de los secuestrados, colombianos ahora a la deriva y en el olvido por parte del gobierno central.

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