SIN RODEOS
Y la
inequidad ahí
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
Twitter: @JaimeFajardoLan
Entradilla:
La inequidad es
funcional al conflicto armado y tiene que resolverse.
No
es cierto que todos los que se oponen a la consolidación del proceso de paz estén
animados por los mismos intereses y objetivos. Habrá quienes mantienen una
actitud de rechazo a las barbaridades cometidas durante el conflicto, y esperan
que brille toda la verdad, que no solo atañe a las Farc; mientras tanto, no
aceptan la presencia de la guerrilla en el ámbito democrático.
Hay
quienes aún retienen los mensajes de mentira, odio y venganza propalados
durante la preparación y realización del plebiscito en que ganó el NO, pero
poco a poco están asimilando las virtudes del proceso de paz, y han empezado a descubrir
los engaños de que fueron objeto.
Pero
existe otro sector, entre las élites políticas y económicas del país, que a
toda costa quiere acabar con el proceso de paz, pues cree que con su
implementación corren riesgo sus intereses y los beneficios derivados del status quo, que pretenden conservar.
Es
claro que la implementación de los acuerdos de paz pondría orden en temas como
la concentración indebida de la tierra y sus efectos sobre el desplazamiento
masivo de personas de sus territorios, la ampliación de los beneficios de la
democracia y la reestructuración de los sistemas electoral y de los partidos
políticos, y el control de los intereses clientelistas y corruptos de algunos
de los usurpadores del poder en Colombia. Además, los sistemas de verdad,
justicia, reparación y no repetición los pondrá de cara a la verdad que, si
bien hoy se plantea no incluir a terceros en los procesos de la JEP, igual la
justicia ordinaria tendrá que resolver muchos casos que llevan años engavetados
en tribunales y Fiscalía. La exigencia vendrá de la comunidad internacional y de
la Corte Penal Internacional, para lograr el cierre definitivo del conflicto
armado.
Entiendo
todos estos tópicos como problemas estructurales que
están en el origen del conflicto armado y que
necesariamente tendrán que resolverse para poder construir una paz estable y
duradera y colocar al centro el papel de las víctimas del conflicto para lograr
sacarlos de ese status, pero con verdad, reparación integral y garantías de no
repetición.
Además,
se debe tener presente que, según el Banco Mundial, Colombia es el segundo país
más desigual de América Latina. Que el 10 % de los ricos gana cuatro veces más
que el 40 % de los más pobres, y que, si bien disminuye la pobreza, se ahonda
la brecha social que conduce a mayor desigualdad. ¡13.5 millones de colombianos
viven en condiciones de pobreza! Indicadores, sin ser los únicos, que también
han dado bases al conflicto armado en Colombia, así que romperlos es un
imperativo para implementar los acuerdos de paz y bajar los niveles de inequidad.
Este
asunto está ligado a la poca movilidad social imperante,
que cierra puertas a la posibilidad de lograr una mejor distribución del
ingreso nacional. La pobreza no será superada integralmente si no se concreta
la tan aplazada reforma agraria a la que se han opuesto sectores beneficiarios,
por vías ilegales, para que sus verdaderos propietarios puedan volver a
disfrutar de sus beneficios; ello no implica ningún ataque a la propiedad
privada.
En
la actual estructura política y económica, el Estado ha sido incapaz de
resolver estos problemas, condición necesaria para lograr movilidad social: los
pobres no han podido acceder por igual a la distribución
del ingreso nacional; la clase media ha encontrado, en la estructura de
poder existente, múltiples dificultades para ascender; subsiste una aberrante concentración
de riqueza en pocas manos.
Solo
superando estas dificultades podremos menguar la corrupción, afectar las rentas
ilegales y el poder que se desprende de la cultura mafiosa imperante en nuestra
sociedad. Pero se requieren reformas profundas, que incluso vayan más allá de
los acuerdos de paz que ahora se implementan. ¿Será pedir demasiado?
NOTA:
Humberto De La Calle, hoy candidato único del partido liberal colombiano, debe
asumir su compromiso de lucha por la presidencia en el 2018 esperando muy poco
de muchos dirigentes y de la estructura nacional del partido. Su gran fuerza
está en la gente que anhela cambios profundos en la sociedad y De La Calle sabe
interpretar muy bien esa aspiración.
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