SIN RODEOS
Altavoz a la negociación
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
TWITTER: @JaimeFajardoLan
Muchos de los problemas alrededor del escepticismo de
amplios sectores de colombianos frente al proceso de paz obedecen, no solo a los
ataques de la oposición, sino a los errores del gobierno y del propio
presidente Santos. Se echa de menos una estrategia fuerte y de largo aliento
para que la ciudadanía se apropie del tema, y de paso quitarle fuerza a los
ataques de los detractores.
Se abren demasiados flancos de lucha sin poner el foco
de la discusión nacional en los temas que favorezcan la consolidación de la
paz. Grave error fue haberle vendido a la opinión pública que el 23 de marzo se
firmaría la paz. No se pudo, y ello enriqueció el arsenal de argumentos negativos
de la oposición. Se había advertido que si las Farc no firmaban ese día, demostraban
lo lejos que estaban de la paz. Luego, ante la dilación, se proclamó que era
preferible a un esperar un tiempo a firmar un mal acuerdo.
A raíz del reciente secuestro de periodistas, el
presidente anunció que fuentes confiables indicaban que al menos la columnista
Salud Hernández estaba con el ELN, pero haciendo labor de reportería. Eso
condujo al gobierno y a los propios mandos de la fuerza pública a bajarle el
tono al hecho reprochable del secuestro cometido. Más pertrecho para que la
oposición publicitara que El Catatumbo era tierra vedada a la institucionalidad,
cuando esta crisis lleva muchos años y cobija el periodo de gobierno de Uribe
Vélez. Preocupa que nos quedemos sin conocer la verdad de lo sucedido, porque
faltan aspectos que tal vez trascenderán más tarde, para saber si solo fue el
ELN el que creó las condiciones para perpetrar este delito.
También resultó infortunada la declaración
presidencial previa al paro agrario: que el Catatumbo era el Bronx de Colombia,
en referencia a los operativos cumplidos en la capital de la república. Con ella
se distanció de los sectores sociales que critican su política económica y
exigen el cumplimiento de acuerdos pactados con anterioridad; sectores que a la
vez son aliados incondicionales en la lucha por la paz.
La estrategia comunicacional en relación con los
diálogos de La Habana es por lo menos catastrófica; se queda rezagada ante la
manipulación que de sus resultados hace la oposición. Solo en los últimos días
se ha tratado de explicar, aunque tímidamente todavía, la ruta posterior a la firma
de los acuerdos, y si la Corte Constitucional da vía libre al plebiscito.
La coordinación y articulación con los territorios y
gobiernos locales quedó sólo en manos del Ministro para el posconflicto, Rafael
Pardo, olvidando las nefastas lecciones del proceso con los paramilitares y las
consecuencias de dejar para última hora la estrategia de comprometer a
gobernaciones y alcaldías. Santos tiene que adoptar mecanismos para preparar a
los colombianos y los territorios para la firma de los acuerdos de paz, al igual
que la movilización para la refrendación ciudadana. Se debe buscar que el
potencial que hoy tiene en la comunidad internacional empiece a jugar más en lo
nacional. A la vez, el pacto y acuerdo con los sectores afines al proceso debe
elevarse al nivel de acuerdos por la gobernabilidad y la paz.
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