3 de junio de 2016

ALTAVOZ A LA NEGOCIACIÓN


SIN RODEOS

Altavoz a la negociación

 

Por Jaime A. Fajardo Landaeta

TWITTER: @JaimeFajardoLan

Muchos de los problemas alrededor del escepticismo de amplios sectores de colombianos frente al proceso de paz obedecen, no solo a los ataques de la oposición, sino a los errores del gobierno y del propio presidente Santos. Se echa de menos una estrategia fuerte y de largo aliento para que la ciudadanía se apropie del tema, y de paso quitarle fuerza a los ataques de los detractores.

Se abren demasiados flancos de lucha sin poner el foco de la discusión nacional en los temas que favorezcan la consolidación de la paz. Grave error fue haberle vendido a la opinión pública que el 23 de marzo se firmaría la paz. No se pudo, y ello enriqueció el arsenal de argumentos negativos de la oposición. Se había advertido que si las Farc no firmaban ese día, demostraban lo lejos que estaban de la paz. Luego, ante la dilación, se proclamó que era preferible a un esperar un tiempo a firmar un mal acuerdo.

A raíz del reciente secuestro de periodistas, el presidente anunció que fuentes confiables indicaban que al menos la columnista Salud Hernández estaba con el ELN, pero haciendo labor de reportería. Eso condujo al gobierno y a los propios mandos de la fuerza pública a bajarle el tono al hecho reprochable del secuestro cometido. Más pertrecho para que la oposición publicitara que El Catatumbo era tierra vedada a la institucionalidad, cuando esta crisis lleva muchos años y cobija el periodo de gobierno de Uribe Vélez. Preocupa que nos quedemos sin conocer la verdad de lo sucedido, porque faltan aspectos que tal vez trascenderán más tarde, para saber si solo fue el ELN el que creó las condiciones para perpetrar este delito.

También resultó infortunada la declaración presidencial previa al paro agrario: que el Catatumbo era el Bronx de Colombia, en referencia a los operativos cumplidos en la capital de la república. Con ella se distanció de los sectores sociales que critican su política económica y exigen el cumplimiento de acuerdos pactados con anterioridad; sectores que a la vez son aliados incondicionales en la lucha por la paz.

La estrategia comunicacional en relación con los diálogos de La Habana es por lo menos catastrófica; se queda rezagada ante la manipulación que de sus resultados hace la oposición. Solo en los últimos días se ha tratado de explicar, aunque tímidamente todavía, la ruta posterior a la firma de los acuerdos, y si la Corte Constitucional da vía libre al plebiscito.

La coordinación y articulación con los territorios y gobiernos locales quedó sólo en manos del Ministro para el posconflicto, Rafael Pardo, olvidando las nefastas lecciones del proceso con los paramilitares y las consecuencias de dejar para última hora la estrategia de comprometer a gobernaciones y alcaldías. Santos tiene que adoptar mecanismos para preparar a los colombianos y los territorios para la firma de los acuerdos de paz, al igual que la movilización para la refrendación ciudadana. Se debe buscar que el potencial que hoy tiene en la comunidad internacional empiece a jugar más en lo nacional. A la vez, el pacto y acuerdo con los sectores afines al proceso debe elevarse al nivel de acuerdos por la gobernabilidad y la paz.

Eventos como el realizado con los empresarios por parte de la universidad EAFIT de Medellín, deben ser presididos por el gobierno nacional y multiplicados por todo el país. Llegó la hora de amplificar la voz de quienes defienden la paz sin distingos políticos, y que alcancen una mayor representatividad, pues pareciera que carecen de eco en la instancia ejecutiva

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