SIN RODEOS
Lecciones de un triunfo
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
Twitter: @JaimeFajardoLan
Que Federico
Gutiérrez sea hoy el alcalde electo de Medellín tiene un gran significado, cuyo
análisis debe ser profundo, porque estamos ante un fenómeno político que fue
capaz de romper las estructuras partidistas y responder a los anhelos de los
medellinenses que esperaban una alternativa en ese campo.
Gutiérrez
se hizo a pulso, en la calle, con la gente; evadió enfrentamientos con jefes
políticos y logró interpretar el querer de la ciudadanía; fue sincero y claro.
No utilizó armas perversas, ni se mostró como el candidato de los odios y
venganzas; al contrario, supo unir donde existía división, trató las personas
de igual a igual, recorrió las calles de la ciudad y sus alternativas fueron
las que el pueblo esperaba de un candidato.
No
cometió el error de presentarse en nombre de otro, como absurdamente lo hizo
Juan Carlos Vélez, para sacar provecho de la figura de su jefe Álvaro Uribe. Además,
renunció a saturar a la opinión pública con excesiva publicidad política. Eso
sí, manejó un mensaje sencillo en desarrollo de una campaña de pocos recursos,
contrario a la abundancia que otras exhibieron.
El electo
alcalde no se dejó arrinconar ante las insinuaciones de otros candidatos y
partidos que lo empujaban a involucrarse en confrontaciones electorales de
ninguna utilidad para el ciudadano. El eslogan de su movimiento Creemos: “Federico,
el Alcalde de la gente” y “Mi responsabilidad es con Vos y no con los partidos”,
logró imprimirle una gran dinámica ciudadana a su campaña.
Pero en
medio del debate electoral faltaba algo que le sumara a esa novedosa propuesta:
la llegada de Eugenio Prieto Soto, un excandidato liberal joven pero curtido,
con gran experiencia y una base popular muy sólida. Debido a que algunos
dirigentes liberales optaron por abandonarlo e incumplir decisiones de la
organización, adhirió a la campaña de Gutiérrez para consolidar esa espiral que
hizo posible el triunfo que reseñamos, su llegada fue un gran detonante que
estremeció los cimientos de toda la sociedad medellinense. Eugenio trabajó con Federico
como si aún fuera candidato, en una maratónica carrera que los llevó en menos
de un mes a recorrer todas las comunas y corregimientos.
La gente
en Medellín está satisfecha, ha exteriorizado su alegría y confianza en la próxima
gestión de Federico, pues se auguran excelentes y abundantes resultados, que poco
a poco se concretarán.
En la
otra orilla gubernamental Luis Pérez Gutiérrez pudo capotear la amplia gama de
acusaciones sin fundamento de que fue objeto. No cayó en el escenario que
quería su más inmediato rival del Centro Democrático, de hacer ver la campaña
como si fuera una pelea Uribe – Santos, y con una excelente planificación
logró, con amplia ventaja, vencer todo tipo de dificultades y alcanzar la
gobernación.
Lo
sucedido en Medellín y Antioquia nos debe dejar valiosas enseñanzas: las
estructuras partidistas tienen dificultades para llegar a sus bases. En el caso
de la capital antioqueña se sienten cansadas de tanto dirigente que mantiene la
postura del todo vale, y de unos partidos que no toman determinaciones para
depurar sus filas, luchar a fondo contra la corrupción y darle paso a figuras
que representen los auténticos intereses ciudadanos.
El gran
perdedor de esta jornada electoral, en Antioquia y a nivel nacional, es Álvaro
Uribe y el CD que creía disponer de la mayoría de la opinión pública. Ello demuestra
que no basta con tener caudillos que reemplacen las bases, ni solo propuestas
objetivas y reales, ni buenos logros en la administración pública, si se carece
de una real sintonía con el ciudadano de a pie y Federico logro eso: ser el
poder de la gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario