7 de septiembre de 2015

REALIDAD SIN DISTORSIONES

SIN RODEOS

Realidad sin distorsiones

 

Por Jaime A. Fajardo Landaeta

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Las características de las dinámicas delincuenciales en ciudades como Medellín se deben analizar con especial rigor, para no incurrir en apreciaciones superficiales alejadas de la realidad de los territorios.

Cuando sus actores logran control territorial porque absorben a otro combo o banda, o porque suman espacios en procura de acceder a nuevas rentas criminales, o por la acción de las autoridades, eluden los enfrentamientos y hostigamientos a la población, para generar condiciones que optimicen el ejercicio del microtráfico, la extorsión, el hurto y otras expresiones del delito.

Luego de protagonizar enfrentamientos, balaceras frecuentes, homicidios  y de falta de control territorial, algunos combos o bandas llegan a acuerdos de no agresión o de reparto territorial, o son absorbidas por otra ODIN, según el botín en juego. Estos acuerdos varían según las circunstancias y la capacidad de cada estructura criminal, y algunos  los denominan “Pactos del fusil”: fenómeno recurrente y normal entre la delincuencia, que por tanto no amerita el escándalo que se arma, de tiempo en tiempo, con alguna posible ruptura, lo que produce apreciaciones lejanas a la realidad.

Lo importante para las autoridades es que su política contra la delincuencia no se base en la existencia o no de tales pactos. Tienen que mantener una línea de acción que arroje resultados mientras afianza la institucionalidad en los territorios. Hay que reconocer que los organismos de seguridad, Fuerza Pública y la Justicia están logrando una destacable efectividad en esta lucha, mayor coordinación, que ha llevado a su contención y a la disminución del número de homicidios. Ver: “cinco claves de la caída histórica del homicidio en Medellín”, periódico el tiempo pagina 9 (6-09-2015)

En Medellín existen entre nueve y diez ODIN, de las cuales se desprenden las estructuras que hacen presencia en muchos barrios. Puede suceder que una sola ODIN los controle, sin que ello signifique que existan por comuna 20 o 30 grupos delincuenciales diferentes, como a veces se quiere presentar. En el caso que se presenta en la comuna 16 (Belén), en sectores de La Capilla y Belén Rincón, donde ha surgido un foco de tensión por enfrentamientos entre combos, a la par, se registra la captura de mandos medios que significan golpes certeros a estas organizaciones: han caído los alias El Mico y Guasón y algunos de sus subalternos, Nevera y Pecas, en pocos meses, entre otros. Se demuestra con esto, que la tensión que crean sus acciones delictivas se enfrenta con fortaleza por parte de la institucionalidad y no genera mayor control territorial de los ilegales.

Entonces se puede afirmar que el despliegue y capacidad de la institucionalidad permite ejercer un mayor control sobre los territorios, avanzar en la contención de la ilegalidad, desarrollar mejores actividades de prevención y dotar a la policía y los organismos de justicia y control de más y mejores instrumentos para cumplir su misión. Pero también es cierto que estamos lejos de despejar a la ciudad de la presencia de estas organizaciones, especialistas en captar rentas ilegales.


En síntesis, no existe hoy en la ciudad una delincuencia con la capacidad que se le conoció en décadas pasadas, pero sí una fuerza pública muy profesional, experta en investigación e inteligencia, con mayor tecnología para tomar la iniciativa en muchos campos. Esta es la base fundamental para la reducción de los homicidios, reconociendo que falta fustigar a algunas organizaciones para asegurar que los óptimos resultados obtenidos se consoliden. La respuesta debe ser una política integral de seguridad y convivencia donde el conjunto de la administración, y no solo una dependencia, los organismos de seguridad y justicia, tengan responsabilidades concretas con esta misión.

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