1 de diciembre de 2014

VÍCTIMAS DE OTRO EXTERMINIO


SIN RODEOS

Víctimas de otro genocidio

 

Por Jaime A. Fajardo Landaeta

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El portal VerdadAbierta.com ha publicado el informe “¿Exterminio del Epl en Urabá, crimen de lesa humanidad?”, donde detalla la brutalidad de las Farc contra los desmovilizados del Epl y sus familias en dicha región.

Recordemos que el Ejército Popular de Liberación se desmovilizó en 1991, después de más de seis meses de concentración y de negociación con el gobierno de César Gaviria Trujillo. Entonces pudo participar con dos delegados en la Asamblea Nacional Constituyente de ese año, origen de la Constitución vigente.

Sólo en Urabá se desmovilizaron casi 600 guerrilleros, de los más de 2.300 que había en todo el país, siendo esta región la más representativa en este proceso de reinserción que dio origen al grupo político “Esperanza, Paz y Libertad”, con significativa presencia en la mayoría de sus municipios. En ellos desplegó una gran actividad política y sindical que le valió el reconocimiento generalizado.

La publicación aludida destaca que gran parte de los desmovilizados fueron asesinados o desplazados por el bloque guerrillero José María Córdova, violación documentada por la Fiscalía 44 de Justicia y Paz.

Guillermo Correa, Director de la fundación Corpolibertad, que agrupa a víctimas del conflicto en Urabá, asegura que según normas internacionales aquí se cometieron crímenes de lesa humanidad y un evidente genocidio. Con Mario Agudelo -exdiputado de la Asamblea de Antioquia y exalcalde de Apartadó- ha solicitado a la Unidad Nacional de Atención y Reparación a las Víctimas, de la Presidencia de la República, que se reconozca como víctima colectiva al movimiento Esperanza, Paz y Libertad, aniquilado por las Farc y los paramilitares.

Es necesario que el Gobierno nacional y la comunidad internacional atiendan este clamor y procedan de inmediato a incluir a los desmovilizados en la lista de víctimas. Además, que se generen los mecanismos que permitan su participación en los diálogos de La Habana.

Ello perfilaría un hecho histórico, porque esa agrupación firmó unos acuerdos de paz exitosos y cuando actuó como guerrilla hizo parte, con las Farc, de la llamada coordinadora guerrillera. Además, al tratarse de víctimas del conflicto armado y de evidentes hechos de exterminio, podría darle más fuerza al proceso de paz y por ende a la construcción de reales caminos de reconciliación. Me imagino el impacto que esta posibilidad tendría en la opinión pública nacional e internacional.

La experiencia que se ha obtenido con los procesos de paz en la zona de Urabá y el aporte que pueden hacer los desmovilizados del extinto Epl no es desdeñable; por el contrario, serviría para que los anteriores proceso de paz se conviertan en un apoyo fundamental durante el posconflicto y en las negociaciones en marcha.


De otro lado, es muy importante que, en el marco de la negociación, el Gobierno y las Farc presten atención a la zona de Urabá y a la inmensa oportunidad de generar un laboratorio de paz y reconciliación que sería a la vez una apuesta de desarrollo, reinserción y consolidación territorial muy significativa para el país.

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