SIN RODEOS
Terreno
abonado
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
Twiter: @JaimeFajardoLan
Luego
de las jornadas electorales y una vez refrendado el apoyo ciudadano a la
reelección de Juan Manuel Santos, están dadas las condiciones para aclarar, de
una vez por todas, los alcances del proceso de paz con las Farc.
Afortunadamente
hoy la opinión pública está mejor informada al respecto, mientras que los
detractores de la paz que antes se dedicaban a tergiversar los temas objeto de
discusión y acuerdo han perdido el protagonismo y la capacidad de mentir que
ostentaron en la campaña electoral. Recordemos que también buscaron utilizar a la
fuerza pública en cabeza de algunos oficiales retirados y del aparato de
inteligencia del Estado, en claro atentado contra la seguridad nacional. Pero los
altos mandos militares y de policía se mantuvieron firmes en la defensa de la
institucionalidad y se logró detectar a tiempo la manipulación de que fueron
objeto algunos instrumentos de dicha inteligencia en favor de la campaña uribista.
La Fiscalía debe investigar a fondo este episodio y coadyuvar para que se
castigue a los responsables.
Lo
cierto es que después del triunfo de Santos y del buen desempeño de la
Selección Colombia el país se muestra más optimista frente a la posibilidad de un
acuerdo con todas las guerrillas. Así las cosas, el gobierno nacional debe desatar
una ambiciosa campaña de difusión para que se conozcan los detalles de la
negociación, al igual que los futuros acuerdos que surjan de las conversaciones
con las Farc y el ELN. A esta estrategia debe seguir la necesaria movilización
ciudadana para su participación en el proceso.
Este
ejercicio permitirá desvirtuar las falacias y la desinformación con que se pretendió
sorprender a la opinión pública. Es necesario reiterar que los acuerdos hacen parte
de la agenda establecida para lograr la culminación del conflicto armado; en
ningún momento se discute el programa revolucionario de la guerrilla ni su
desactivación como organización de oposición.
Las
Farc podrán proponer a los ciudadanos cambios en el modelo económico, en las
estructuras del Estado, en el papel de las fuerzas armadas, en las relaciones
internacionales y en otros aspectos programáticos, en la perspectiva de una
asamblea constituyente, pero tales iniciativas no son objeto del diálogo actual.
Lo harán desarmados y desde la arena política, para que los ciudadanos decidan
según el espíritu democrático que nos rige: es la dinámica de la participación
política que debemos entender y respetar. En ningún momento se les pide
abandonar su plataforma revolucionaria; tampoco, que desaparezcan como
organización de izquierda o que renuncien a la lucha por nuevos escenarios
democráticos. Lo que resulta imposible es admitirlas en el camino de la
democracia como una organización armada: no es esa, ni de lejos, la perspectiva
de los acuerdos de La Habana.
NOTA:
Sí bien se ha definido dialogar en medio del conflicto, las farc deberían
suspender, de una vez por todas, los atentados contra la infraestructura
energética y el daño al medio ambiente que produce los derrames de petróleo en
zonas del país. Claro, ojalá suspendieran unilateralmente muchas más de sus
acciones.
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