SIN RODEOS
Enfrentar
los nuevos retos
Por Jaime
A. Fajardo Landaeta
twiter: @JaimeFajardoLan
El resultado del proceso de paz con las Farc y el ELN será
la madre de todas las oportunidades que se le pueden presentar a Antioquia y a Medellín:
hasta ahora su impacto no ha sido calculado. Pero debo reconocer que el
gobernador Sergio Fajardo hace gigantesco esfuerzo con el programa Preparémonos
para la paz, bajo la acertada dirección del constituyente Iván Marulanda, para
que muchas regiones, instituciones y comunidades asimilen su trascendencia y lo
proyecten en función de los requerimientos de la convivencia regional.
Todavía hoy los habitantes de Urabá, el Bajo Cauca,
Nordeste, parte del Norte y Magdalena Medio sufren las consecuencias de la
lucha armada, y de seguro serán protagonistas de procesos de desmovilización y
reinserción de las guerrillas. En el Oriente, Suroeste y Occidente, la
estrategia busca capitalizar las posibilidades que se han dado en materia de
construcción de escenarios de paz: las asambleas constituyentes, los pactos y
acuerdos de paz y convivencia, el Laboratorio de Paz y el Plan Congruente de Paz
que impulsaron Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri para concretar alternativas
viables y creíbles para la solución del conflicto armado. Antioquia y Medellín
requieren un acertado manejo del posconflicto y es de los grandes retos que se
tienen por delante.
A su vez Medellín y el Área Metropolitana tipifican una situación
especial, ya que deben evitar los yerros del proceso con las AUC y su impacto
negativo. Si se preparan adecuadamente para afrontar el proceso que surja de La
Habana, podrán optimizar un fenómeno que impactará en lo más hondo del
conflicto urbano, sobre todo en las miles de víctimas que hoy rondan por
Medellín. Dicha preparación debe tener en cuenta: el alto número de
excombatientes y milicianos que engrosarán las filas de desmovilizados; los
jefes de agrupaciones delictivas que están quedando en libertad e incidirán en
el mapa delincuencial del Área Metropolitana; la opción de que en el
posconflicto se amplíe el marco del sometimiento a la justicia para desmantelar
las estructuras mafiosas o al menos desalentar a las que puedan surgir y el
necesario desenlace de factores que ataquen con fuerza la cultura de la
ilegalidad.
Así que todo depende de las capacidades que desplieguen
nuestros dirigentes, de las alternativas que se propongan para las próximas
elecciones locales y departamentales (no se entendería futuros mandatarios que
no estén por la paz y la negociación), y de la necesaria articulación que
exista entre las autoridades de todos los niveles con el gobierno central.
El proceso de negociación con las Farc y el ELN tiene la
virtud de que abre compuertas para generar alternativas al conflicto o
violencia urbana, si coinciden ponderación, análisis y capacidades para saberlo
insertar en ese ámbito. Es el gran reto para las actuales autoridades y para las
que lleguen en 2016, que se debe asumir ya, sin pérdida de tiempo y sin esperar
a que culmine la negociación con las Farc y la inminente con el ELN. Por ello reitero
las bondades y oportunidades de las acciones que realiza la Gobernación de
Antioquia, al tiempo que resulta necesario que se asimile este ejercicio en la ciudad de Medellín
y en otras localidades.
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