SIN RODEOS
¿Otra Constituyente?
Por
Jaime A. Fajardo Landaeta
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@JaimeFajardoLan
En
diversos ámbitos políticos y sociales se ventila con insistencia la posibilidad
de exigir la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Primero
las Farc, para refrendar los posibles acuerdos que surjan de los diálogos de
paz en La Habana. Luego el uribismo por medio de su vocero José Obdulio
Gaviria, como supuesto mecanismo expedito para reformar la Justicia. Ahora lo
hacen movimientos políticos como Marcha Patriótica, sectores sociales y de
izquierda y hasta el exalcalde Gustavo Petro, luego de su salida de la Alcaldía
de Bogotá.
Así
que el tema es objeto de un debate que va para largo, y su perspectiva
dependerá de lo que ocurra en las próximas elecciones presidenciales: si Santos
gana en primera vuelta, de inmediato pierde fuerza, porque el mecanismo para
refrendar los acuerdos de paz sería el plebiscito o referendo, amén de que le
asistirá una mayor legitimidad para imponer su punto de vista.
Analizando
detalladamente la agenda que discuten gobierno y Farc, al igual que los contenidos
de los dos puntos acordados hasta ahora se puede afirmar, sin llamarnos a engaños,
que estos logros corresponden a acertados desarrollos de la Constitución de
1991 y que no se requiere convocar otra ANC. A no ser que esa guerrilla pretenda
llevar a dicho escenario lo que no logre en las negociaciones, lo que atentaría
contra el mismo proceso de paz.
De
otro lado, resulta evidente que el uribismo utilizaría ese mecanismo para
volver sobre el tema de la reelección presidencial, buscar cambios en la
justicia que amparen a sus amigos comprometidos con ciertos delitos, entre
ellos los falsos positivos y otros tipificados como de lesa humanidad, y de
paso acabar con los logros de la Constitución del 91.
Como
defensores de la lucha por la paz estamos comprometidos hasta las últimas
consecuencias con los procesos encaminados a su concreción. Y como miembro que
fui de la ANC del 91puedo dar fe de que la Norma que suscribimos cuenta con una
conceptualización idónea para acoger los acuerdos que en esa materia se logren.
Creo
que es al nuevo Congreso de la República a quien compete aprobar las iniciativas
que legitimen y rodeen de garantías los acuerdos de paz y fortalezcan los
instrumentos que hagan posible materializar el plebiscito o referendo del caso.
También
es cierto que si las Farc insisten en una ANC, al igual que otras fuerzas políticas
y sociales, esta debería concretarse por la vía de la actividad política, sin convertirla
en requisito para firma de acuerdos, para entrega de armas y desmovilización, o
como una maniobra con ignoradas pretensiones. Por ahora solo esperamos que las Farc
entiendan la importancia de acelerar los compromisos esperados, y que no
persistan en desgastar las conversaciones o en introducir elementos de
incertidumbre en la opinión pública nacional e internacional.
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