SIN RODEOS
Golpeados pero
no acabados
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
Twiter: @JaimeFajardoLan
Los llamados Urabeños han recibido en las últimas semanas
unos golpes muy significativos por parte de las autoridades, sin que ello signifique
su inminente desaparición. Esta seguidilla de aciertos indica que vale la pena evaluar
sus efectos e impacto, en especial en la cúpula de la estructura delincuencial.
En la subregión del Urabá antioqueño se realizó
recientemente un operativo que condujo a la captura de uno de los jefes
financieros y de parte de su escolta. Llamó la atención la cantidad de dinero
incautado así como la caleta descubierta en el municipio de Barbosa, muy cerca de
Medellín.
La recaptura de miembros de la banda escapados de la cárcel
de El Pedregal, entre ellos la hermana de su máximo jefe (alias la Negra), también
es otro elemento para el análisis.
Además, al parecer la organización tiene problemas con algunos
de sus integrantes que la están abandonando o entregando información clave para
las autoridades. Aun así, todavía ejerce una desafiante presencia en varios
departamentos e incluso controla corredores estratégicos para la movilización
de droga y armas, y de paso consolida escenarios de violencia generalizada: son
los casos de Buenaventura, el Bajo Cauca antioqueño, Córdoba y algunas
localidades de la Costa Atlántica. También se sabe de su relación con parte de
los carteles de la droga mexicanos, de su actividad en el sur del continente y
en varias islas del Caribe, y se cree que ha extendido parte de sus negocios a
Europa.
En algunas regiones ha concretado alianzas con la
guerrilla de las Farc, sus antiguos enemigos, o al menos logró una cierta
distensión que favorece sus negocios. Participa también en un sinnúmero de rentas
ilegales, incluida la minería. Si bien se dice que tales alianzas pretenden cooptar
a los miembros o frentes de la guerrilla que no se desmovilicen, no se puede
perder de vista que una desmovilización de las Farc concentraría más los
esfuerzos de las autoridades sobre estas estructuras, así se vieran
fortalecidas en algún momento del posconflicto.
Creo que el Gobierno Nacional debe revisar y evaluar su
política de sometimiento a la justicia, definir qué componentes conserva y cuáles
adopta, en caso de que entremos en un escenario de desarrollo de acuerdos de
paz, porque no se puede descartar que miembros de esas bandas o las estructuras
mismas pretendan involucrarse en un eventual proceso de sometimiento: se trata
de visualizar, con derroche de imaginación, ese posible escenario.
Recordemos que actualmente el mecanismo de la extradición
dejó de ser “el coco” para los delincuentes de todos los pelambres, y que a la
larga a los requeridos por la justicia de EE. UU. les va mejor en una negociación
con ella que con nuestra justicia. El Estado colombiano tiene que analizar muy
bien este fenómeno.
De otro lado, debemos seguir adentrándonos en el debate
global sobre el problema de las drogas y sus implicaciones en este conflicto. Más
allá de lo que se discuta en La Habana es necesario que Colombia convoque de
una manera más decidida y solidaria a la comunidad internacional para profundizar
este debate y generar alternativas más concretas para el inminente periodo del posconflicto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario