SIN RODEOS
Una justa movilización
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
Twitter: @JaimeFajardoLan
Entradilla:
Debemos apoyar el paro con firmeza, pero en orden: lo alientan
nobles objetivos.
Se
tejen mentiras y se acude a la manipulación de situaciones para generar temores
desmedidos -mecanismo ya probado en jornadas electorales por parte de ciertas
agrupaciones políticas-, para satanizar y tratar de desprestigiar el paro
nacional previsto para este 21 de noviembre. Pero su organización sigue imparable,
no importa que la extrema derecha agote argumentos para desconocerle objetivos,
y que gestione mecanismos para boicotearlo.
El
presidente Iván Duque sale a los medios de información a negarle validez a la
movilización, de espaldas al avance de la discusión con algunos empresarios de propuestas
dirigidas a menguar los escasos derechos económicos y laborales de la mayoría
de la población. Además, olvida que muchas de las propuestas agitadas durante su
campaña electoral no se están cumpliendo; fue con base en mentiras y engaños como
accedió a la Presidencia de la República, pero sus actuaciones van en contra de
lo prometido.
Un
caso concreto: que no se utilizaría el fracking como técnica de
extracción de combustibles, pero ahora se agotan esfuerzos para implementarlo. En
su momento el partido político que lo sostiene salió a marchar contra Juan
Manuel Santos, y a pedir su renuncia por la firma de los acuerdos de paz, aunque
hoy catalogan de terroristas a quienes apoyamos el paro nacional.
Ante
la comunidad internacional Duque pregona las virtudes del proceso de
negociación con las Farc, pero aquí ha frenado la implementación requerida para
esforzarse en propiciar su fracaso en todos los sentidos. Ya se contabilizan más
de 160 desmovilizados asesinados, y no hay esfuerzos suficientes para detener este
atroz baño de sangre que enluta a esa comunidad desmovilizada y fiel a los
acuerdos de paz.
A
ello se suma la muy frecuente muerte de líderes sociales; ante el fenómeno solo
atinan a repetir, con cada hecho, que están tomando medidas para que no se
repita. Pero el gobierno sabe que los responsables son los usurpadores de
tierras, los enemigos de la paz y los estamentos interesados en reeditar la
pesadilla de los falsos positivos, al igual que los que persiguen a los defensores
del medio ambiente para facilitar la destinación de tierras a las inversiones multinacionales.
Su
referente del mal y del caos es Venezuela, y aunque nadie duda del talante dictatorial
de su gobierno, olvidan los graves atropellos contra el DIH y los DD HH que se
producen en nuestro país. A ello se suma el nuevo ciclo de desapariciones forzadas
que el anterior gobierno y el acuerdo de paz habían logrado disminuir
ostensiblemente.
De
igual manera se ha disparado el reclutamiento forzado de niños, comparativamente
con la situación que se registraba antes de la firma de los acuerdos de paz. La
muerte en bombardeos de niños no tiene justificación, ni siquiera bajo la
pretensión de bombardear para dar de baja a peligrosos delincuentes.
Es
indudable que el modelo de desarrollo que se trata de imponer, como ha sucedido
en países vecinos, desconoce derechos sociales adquiridos. El gobierno recoge iniciativas
que atentan contra el nivel de ingresos de las familias pobres mientras les
incrementa los impuestos que rebaja a las más poderosas, dizque para incentivar
la economía y menguar el desempleo. Pero este de nuevo alcanza los dos dígitos
y la informalidad se ha convertido en la principal fuente de ingresos popular,
mientras prosperan las ganancias de las grandes empresas.
Ahora
el gobierno pregona insistente que no habrá tal reforma pensional, ni laboral,
ni económica, ni educativa. La clave está en que quienes pusieron en ese cargo
a Duque así lo exigen, independiente de sus propios votantes. Este es un
gobierno sin rumbo, sin estrategia definida, guiado y orientado por intereses
particulares.
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