SIN RODEOS
¿Es que no entienden?
Por
Jaime Fajardo Landaeta
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JaimeFajardoLan
No
se nos haga extraño que haya diferencias en la mesa de diálogo entre las Farc y
el Gobierno nacional. Lo que resulta raro es la poca percepción que tiene la
guerrilla del alcance de las propuestas del presidente Santos, al igual que la
manera de darle argumentos a la extrema derecha para su actuar en contra del
proceso de paz.
La
guerrilla debería pensar que con el Marco Jurídico para la Paz –MJP- el gobierno
nacional y el Congreso de la República llegaron al límite permitido según la
justicia transicional y los tratados que obligan al país en asuntos de DD. HH.
y DIH. Además, las Farc tienen que entender que luego que la Corte
Constitucional se pronuncie sobre la exequibilidad del MJP y que ellas lo
acepten, la sociedad colombiana podría debatir escenarios y nuevas fórmulas
para facilitar su desmovilización e incursión en el ejercicio político.
Quiero
decir que si se generan espacios y procesos en donde ellas enfrenten a las
víctimas, contribuyan con la reparación debida y acepten responsabilidades, la
sociedad colombiana podrá tomar otras decisiones (sin violar las bases del MJP),
como la de convocar a un gran acuerdo nacional para la paz para que el problema
a resolver no sea únicamente jurídico, sino el de cómo hacer la reconciliación
nacional. Pero antes las Farc tienen que cambiar de actitud.
Alias
Timochenko se equivoca cuando habla del referendo, al igual que su delegación,
al señalar que “un acuerdo de paz no es un asunto que se pueda resolver o
definir de manera unilateral”. Porque el presidente Santos no plantea un
referendo inmediato, ni la imposición de una propuesta unilateral.
El
presidente y la mesa de unidad nacional pretenden tramitar un acto legislativo
que permita que en las elecciones para renovación de Congreso o de Presidencia
de la República se pueda convocar a la ciudadanía para que apruebe lo que
finalmente se acuerde en La Habana. No está convocando el referendo y mucho
menos estableciendo los temas objeto de decisión. Claro que lo ideal sería que
solamente se le pregunte a la ciudadanía si aprueba o desaprueba los acuerdos, o
algo similar, y nada más.
Las
Farc no tienen que renunciar a su propuesta de Asamblea Constituyente, pero esa
no sería la forma de legitimar unos acuerdos. Además, con ese mecanismo se abriría
un boquete para que sectores opuestos a la paz introduzcan temas que lesionarían
los mismos acuerdos o golpearían las bases del Estado social de derecho, con
iniciativas que no tengan el alcance de los acuerdos de paz y más bien los
nieguen.
Al
contrario, cuando el Gobierno busca una coincidencia con las jornadas electorales
para la refrendación, pretende que la opinión se vuelque hacia el consenso por
la paz y que haya una abrumadora legitimización de los acuerdos. De paso
evitaría una dicotomía para el electorado: apoyarlos, pero mostrar su
incredibilidad con las Farc. Y que tome fuerza el criterio de no hacerlo porque
sería justificar a la guerrilla.
Po
último, esta organización no logra entender cuánto le están aportando al discurso
guerrerista de Uribe y su séquito, con esa actitud. Tampoco, que el apoyo y credibilidad
de la ciudadanía a los diálogos se ve cada vez más debilitado, debido a su
forma de actuar y de oponerse a iniciativas tan valientes y necesarias para el
proceso.
Nota:
El paro campesino lo que demuestra es qué tan represadas han estado las
reivindicaciones agrarias, por algo es un tema tan ligado a la existencia del
conflicto armado en el país.
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