28 de agosto de 2013

ES QUE NO ENTIENDEN?


SIN RODEOS
¿Es que no entienden?

Por Jaime Fajardo Landaeta
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No se nos haga extraño que haya diferencias en la mesa de diálogo entre las Farc y el Gobierno nacional. Lo que resulta raro es la poca percepción que tiene la guerrilla del alcance de las propuestas del presidente Santos, al igual que la manera de darle argumentos a la extrema derecha para su actuar en contra del proceso de paz.

La guerrilla debería pensar que con el Marco Jurídico para la Paz –MJP- el gobierno nacional y el Congreso de la República llegaron al límite permitido según la justicia transicional y los tratados que obligan al país en asuntos de DD. HH. y DIH. Además, las Farc tienen que entender que luego que la Corte Constitucional se pronuncie sobre la exequibilidad del MJP y que ellas lo acepten, la sociedad colombiana podría debatir escenarios y nuevas fórmulas para facilitar su desmovilización e incursión en el ejercicio político.

Quiero decir que si se generan espacios y procesos en donde ellas enfrenten a las víctimas, contribuyan con la reparación debida y acepten responsabilidades, la sociedad colombiana podrá tomar otras decisiones (sin violar las bases del MJP), como la de convocar a un gran acuerdo nacional para la paz para que el problema a resolver no sea únicamente jurídico, sino el de cómo hacer la reconciliación nacional. Pero antes las Farc tienen que cambiar de actitud.

Alias Timochenko se equivoca cuando habla del referendo, al igual que su delegación, al señalar que “un acuerdo de paz no es un asunto que se pueda resolver o definir de manera unilateral”. Porque el presidente Santos no plantea un referendo inmediato, ni la imposición de una propuesta unilateral.

El presidente y la mesa de unidad nacional pretenden tramitar un acto legislativo que permita que en las elecciones para renovación de Congreso o de Presidencia de la República se pueda convocar a la ciudadanía para que apruebe lo que finalmente se acuerde en La Habana. No está convocando el referendo y mucho menos estableciendo los temas objeto de decisión. Claro que lo ideal sería que solamente se le pregunte a la ciudadanía si aprueba o desaprueba los acuerdos, o algo similar, y nada más.

Las Farc no tienen que renunciar a su propuesta de Asamblea Constituyente, pero esa no sería la forma de legitimar unos acuerdos. Además, con ese mecanismo se abriría un boquete para que sectores opuestos a la paz introduzcan temas que lesionarían los mismos acuerdos o golpearían las bases del Estado social de derecho, con iniciativas que no tengan el alcance de los acuerdos de paz y más bien los nieguen.

Al contrario, cuando el Gobierno busca una coincidencia con las jornadas electorales para la refrendación, pretende que la opinión se vuelque hacia el consenso por la paz y que haya una abrumadora legitimización de los acuerdos. De paso evitaría una dicotomía para el electorado: apoyarlos, pero mostrar su incredibilidad con las Farc. Y que tome fuerza el criterio de no hacerlo porque sería justificar a la guerrilla.

Po último, esta organización no logra entender cuánto le están aportando al discurso guerrerista de Uribe y su séquito, con esa actitud. Tampoco, que el apoyo y credibilidad de la ciudadanía a los diálogos se ve cada vez más debilitado, debido a su forma de actuar y de oponerse a iniciativas tan valientes y necesarias para el proceso.
Nota: El paro campesino lo que demuestra es qué tan represadas han estado las reivindicaciones agrarias, por algo es un tema tan ligado a la existencia del conflicto armado en el país.

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