SIN RODEOS
Sin un
plan institucional
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
e-mail: fajardolan@une.net.co
Preocupa
la ausencia de un plan institucional que permita comprometer al conjunto de las
fuerzas sociales, económicas y políticas en los diálogos de paz que protagonizan
ahora el Gobierno Nacional y las Farc.
Una
cosa es disponer de mecanismos para recoger la participación de la ciudadanía,
y otra el montaje de procesos suficientemente sólidos, para que la sociedad
participe –desde los diferentes territorios- con iniciativas que favorezcan los
diálogos y las perspectivas de su feliz culminación.
Todos
creíamos que con el nombramiento de Lucho Garzón quedarían superadas las deficiencias
identificadas en las regiones, al igual que la falta de consulta y de acuerdos
con los diferentes estamentos sociales, pero según el mismo ministro –
consejero no hay tal, y pareciera que el gobierno carece de norte en este campo.
Hemos
advertido que en el proceso con las autodefensas se cometió el error de que gobernadores
y alcaldes solo conocieran sus alcances en el umbral de la desmovilización. Esto
impidió que ellos, desde los territorios, jugaran un papel más determinante en la
negociación. Las consecuencias están a la vista: extraditados los jefes
paramilitares, el proceso quedó disperso por el país y los mandos medios, que
en últimas son los que controlan la fuerza militar, ingresaron a otras
estructuras como bacrim, combos y bandas.
Es
necesario que el gobierno diseñe un plan institucional, porque si resulta
exitosa la negociación se requerirá de un modelo de reinserción diferente, con
énfasis en lo local, que sea de carácter comunitario y esté diferenciado en
función de la capacidad y desarrollo de cada frente guerrillero. Si se piensa
atender este aspecto después de que avancen las negociaciones, indicaría que se
está a la defensiva en materia de paz y reinserción. Debe quedar claro que una
retirada de la mesa activaría el plan b, pero con las localidades.
Incluso
la atención que ameritan las zonas de influencia de las Farc en los
departamentos y grandes ciudades también debe ser diferenciada. No es igual
ocuparse del accionar del frente 9, en el oriente antioqueño, que del que ejerce
el 36 en el norte y nordeste; similar situación se presenta en el resto del
país.
En
síntesis, un proceso de esas dimensiones exige respuestas oportunas y claras a
las demandas que se hagan sobre el territorio, máxime si sabemos que
estructuras ilegales como los Urabeños están prestas a retomar el control que
hoy detentan las Farc si dicho plan institucional no está activo.
Nota:
Feliz navidad a los amigos lectores de esta columna. Les deseo plenitud en la alegría
propia de esta época y que el proceso de paz en marcha llegue a puerto seguro,
para que el 2013 sea realmente promisorio para Colombia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario