SIN RODEOS
Implementar
correctivos
Por
Jaime A. Fajardo Landaeta
Twitter: @JaimeFajardoLan
Entradilla:
Urge rediseñar la ruta de concreción del Acuerdo de paz, para
salvarlo.
No
hay que desconocer las enormes dificultades que acosan al proceso de paz,
aunque no me refiero a la detención de Jesús Santrich ni a la posibilidad de que
sea extraditado si se comprueba que cometió un delito de narcotráfico después
de la firma de los acuerdos. Mi opinión está referida específicamente a los problemas
derivados del incumplimiento o falta de ejecución de estos, y a la lentitud y
falencias en la reincorporación de los
desmovilizados.
Tanto
el grupo exguerrillero como el gobierno nacional se equivocaron en la
metodología adoptada para dicha reincorporación, al poner el énfasis en los
campamentos y zonas veredales. Aquí se cometió el primer error, porque después
de que el guerrillero entrega las armas se enfrenta a un cambio en su estado de
ánimo, que lo lleva a buscar su reincorporación en otros lugares, como de hecho
está sucediendo.
Con
frecuencia escogen radicarse en las ciudades y aquí surge otro problema, porque
sus autoridades se ven sin responsabilidad alguna en el proceso. Entonces esa
persona no encuentra la atención que le garantice continuidad en este intento.
Es decir, no existe un modelo de manejo urbano, y sus remedos carecen de las
dimensiones organizativas requeridas. Por esa razón las alcaldías y
gobernaciones se limitan a los territorios rurales donde se planteó el esquema
y se desentienden de lo que sucede en el entorno urbano.
Por
otro lado, se ha vuelto a repetir la historia con los llamados planes de consolidación o copamiento institucional, a
pesar de las múltiples advertencias. Resultaba básico que, en la medida en que
la guerrilla dejara las armas y comenzara la reinserción, el Estado tenía que
blindar esos espacios frente a otros actores armados.
Solo ahora, cuando se hacen evidentes las consecuencias del descuido, comienza
a sentirse la voz del Estado.
Hay
demasiada improvisación en la implementación de los acuerdos, dificultades por
superar y proliferación de entes burocráticos descoordinados: cada uno pretende
actuar por su lado y generar su propio protagonismo. Y ya se aprecian las
consecuencias, con lo que está sucediendo con los fondos aportados por los países
amigos, lo que crea una gran incertidumbre y desconfianza.
A
este panorama se suman los desaciertos políticos de
la Farc como fuerza legal. No pudo sostener a su candidato presidencial, no
tanto por su enfermedad, sino porque no debieron incurrir en el error de lanzar
la propuesta y luego retirarla. Además, no han capitalizado la novedad
democrática de que en breve cuenten con cinco senadores y cinco representantes
en el Congreso nacional, y ha ganado más prensa el manejo desacertado que está
dando al tema Iván Márquez, actuaciones que limitan los alcances y el papel que
están llamados a jugar los noveles parlamentarios en la arena política.
Como
partido político la Farc debería empezar por cambiar de nombre, diseñar un plan
de consolidación y lanzar propuestas para una sociedad renuente a verlos en los
escenarios democráticos. La JEP debe aclarar ciertas inconformidades ciudadanas
con relación a la verdad, la reparación y la no repetición, para que las víctimas
ganen confianza en que todo este trámite llevará a buen puerto. Es urgente
rediseñar la ruta de la implementación de los acuerdos para captar el apoyo de
la ciudadanía, que en este caso resulta fundamental en el proceso hacia la
consolidación de una paz estable y duradera.
NOTA:
15 años del vil asesinato de Guillermo Gaviria, Gilberto Echeverry y soldados y
policías que se encontraban secuestrados por las Farc. Es hora de que la JEP
asuma esta investigación para que sus responsables por fin sean enjuiciados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario