19 de mayo de 2014

PROMISORIO AVANCE

SIN RODEOS

Promisorio avance

 

Por Jaime A. Fajardo Landaeta

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Los avances en la agenda de negociaciones en La Habana reactivan el optimismo de los colombianos y de la comunidad internacional, pues permiten vislumbrar el inminente fin de la confrontación armada. Pero no faltan los malquerientes que opinan que el apoyo nacional al proceso es capitalizado por la campaña presidencial para la reelección y que la tregua decretada por las Farc y el ELN es una maniobra oportunista de Santos. ¿Acaso el proceso es de reciente inicio? El mandatario está en su derecho al capitalizar estos logros, pues se la ha jugado en contra de una ultraderecha dedicada a la difamación, al punto de intentar involucrarlo en graves irregularidades, sin prueba alguna.

El punto que acaba de negociarse sobre drogas ilícitas y narcotráfico es transcendental para la paz del país y para la adopción de una nueva actitud frente a las drogas ilícitas y al narcotráfico, decisión en la que seguramente lo acompañará la comunidad internacional. Estados Unidos tiene la oportunidad de abandonar su fallida guerra en este campo y convocar a la comunidad internacional a apoyar nuestro proceso de paz.

El anuncio hecho desde La Habana contiene un gran potencial de análisis, y ha permitido que los medios de comunicación y la comunidad en general cuenten con bases suficientes para dimensionar sus alcances, hecho que les resta posibilidad de maniobra a los enemigos de la paz. Estoy seguro de que una vez firmado un acuerdo con las Farc y el ELN, otros grupos ilegales los seguirán para entregar también información que debilite al narcotráfico y su influencia en el conflicto y en la violencia. ¿A eso es que le temen los opositores? ¿Cuánto dinero de las mafias se orienta a respaldar campañas que apunten a mantener el negocio y a golpear los esfuerzos de paz?

El candidato presidente tiene que esforzarse para buscar los mayores consensos alrededor de esta negociación y de los puntos acordados: que el debate político se centre en ello, para desinflar la campaña de su adversario Zuluaga, quien promete –de ser elegido presidente de Colombia- suspender los diálogos durante una semana dizque para imponerle nuevas condiciones a la guerrilla. Promesa mentirosa, porque tanto la agenda como la metodología de negociación fueron claramente pactadas, meses antes de su inicio formal.

También las Farc están llamadas a generar más hechos de paz y de fe en las negociaciones. Que indiquen, por ejemplo, en dónde específicamente han plantado minas antipersonas y sus características, y que ratifiquen su compromiso de entregar información sobre la ubicación de cultivos ilícitos.


Pienso que a la campaña de Santos le conviene este avance en la negociación, al igual que la jefatura de César Gaviria, para garantizar que en una posible segunda vuelta todos los sectores que están a favor de la paz y la salida negociada, pero renuentes a acompañar la reelección presidencial cambien de opinión, para darle continuidad a la lucha por la reconciliación en Colombia. Y que el candidato Zuluaga, hoy seriamente cuestionado por muy delicados asuntos que tocan con la manipulación de información sensible para la seguridad del Estado, tenga el pundonor como para hacerse a un lado. Si es que su jefe y mentor se lo permite.

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