SIN RODEOS
Promisorio
avance
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
Twiter: @JaimeFajardoLan
Los
avances en la agenda de negociaciones en La Habana reactivan el optimismo de
los colombianos y de la comunidad internacional, pues permiten vislumbrar el
inminente fin de la confrontación armada. Pero no faltan los malquerientes que
opinan que el apoyo nacional al proceso es capitalizado por la campaña
presidencial para la reelección y que la tregua decretada por las Farc y el ELN
es una maniobra oportunista de Santos. ¿Acaso el proceso es de reciente inicio?
El mandatario está en su derecho al capitalizar estos logros, pues se la ha
jugado en contra de una ultraderecha dedicada a la difamación, al punto de intentar
involucrarlo en graves irregularidades, sin prueba alguna.
El
punto que acaba de negociarse sobre drogas ilícitas y narcotráfico es
transcendental para la paz del país y para la adopción de una nueva actitud
frente a las drogas ilícitas y al narcotráfico, decisión en la que seguramente
lo acompañará la comunidad internacional. Estados Unidos tiene la oportunidad de
abandonar su fallida guerra en este campo y convocar a la comunidad
internacional a apoyar nuestro proceso de paz.
El
anuncio hecho desde La Habana contiene un gran potencial de análisis, y ha
permitido que los medios de comunicación y la comunidad en general cuenten con
bases suficientes para dimensionar sus alcances, hecho que les resta
posibilidad de maniobra a los enemigos de la paz. Estoy seguro de que una vez
firmado un acuerdo con las Farc y el ELN, otros grupos ilegales los seguirán
para entregar también información que debilite al narcotráfico y su influencia
en el conflicto y en la violencia. ¿A eso es que le temen los opositores? ¿Cuánto
dinero de las mafias se orienta a respaldar campañas que apunten a mantener el
negocio y a golpear los esfuerzos de paz?
El
candidato presidente tiene que esforzarse para buscar los mayores consensos
alrededor de esta negociación y de los puntos acordados: que el debate político
se centre en ello, para desinflar la campaña de su adversario Zuluaga, quien
promete –de ser elegido presidente
de Colombia- suspender los diálogos durante una semana dizque para imponerle
nuevas condiciones a la guerrilla. Promesa mentirosa, porque tanto la agenda
como la metodología de negociación fueron claramente pactadas, meses antes de
su inicio formal.
También
las Farc están llamadas a generar más hechos de paz y de fe en las
negociaciones. Que indiquen, por ejemplo, en dónde específicamente han plantado
minas antipersonas y sus características, y que ratifiquen su compromiso de
entregar información sobre la ubicación de cultivos ilícitos.
Pienso
que a la campaña de Santos le conviene este avance en la negociación, al igual
que la jefatura de César Gaviria, para garantizar que en una posible segunda
vuelta todos los sectores que están a favor de la paz y la salida negociada,
pero renuentes a acompañar la reelección presidencial cambien de opinión, para darle
continuidad a la lucha por la reconciliación en Colombia. Y que el candidato
Zuluaga, hoy seriamente cuestionado por muy delicados asuntos que tocan con la
manipulación de información sensible para la seguridad del Estado, tenga el
pundonor como para hacerse a un lado. Si es que su jefe y mentor se lo permite.
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