SIN RODEOS
Si
la guerrilla entendiera
Por Jaime A. Fajardo Landaeta
twiter: @JaimeFajardoLan
Las
Farc están convencidas de que asumiendo ciertas actitudes y desarrollando
acciones terroristas para poner contra la pared al gobierno del presidente Santos,
toman ventaja en las negociaciones y suman adeptos. Falso: solo consiguen
engrosar las filas de opositores al proceso de paz y generar incertidumbre entre
los colombianos que esperamos lo mejor de éste.
La
guerrilla no logra sintonizarse con el anhelo de paz y con el enorme compromiso
que en igual sentido ha adquirido la comunidad internacional. Es desenfocada la
lectura que hace de ciertas circunstancias, como que el momento solo es
propicio para las negociaciones y que los tiempos de creer que la lucha armada genera
réditos ya pasaron, y que mientras más se demoren en aceptar una
desmovilización y una inserción a la vida civil, más complejo será hacerlo.
Ya
debería estar listo el tercer punto de la agenda, para dedicar tiempo y
esfuerzos al tema de las víctimas, al modelo de justicia transicional que el
proceso requiere, o para avanzar en aspectos que le impriman mayor credibilidad
y certidumbre a las negociaciones. Pero las Farc creen obtener ventajas dilatando
las conversaciones, y suponen inconveniente dar la impresión de que ayudan a
Santos en su propósito reeleccionista.
Concretar
una negociación con el actual mandatario no es lo mismo que hacerlo con los otros
candidatos: con Zuluaga no habrá negociación, ni acuerdo alguno, pues su
proyecto es continuar esta fallida guerra; y con Peñalosa se carece de certezas,
porque no sabe qué hacer con el proceso: anuncia que mantendrá la comisión
negociadora y las conversaciones, sin mayores precisiones. Con ese panorama el único
que puede firmar un acuerdo de paz serio y duradero es Santos y así lo deben
entender las organizaciones armadas ilegales en general.
Pero
a veces da la impresión de que esta guerrilla coincide en muchos de sus
planteamientos y posturas con los que agita el expresidente Álvaro Uribe, con
lo cual solo logran –ambos- restarle apoyo social a la paz.
La
perspectiva de la lucha armada como opción de poder ya no es posible en
Colombia, a menos que se instaure una dictadura militar o haya un golpe
antidemocrático de la extrema derecha, anhelo de pequeños círculos que nunca
tendrían apoyo en la ciudadanía, llegado el caso. La salida democrática y la
negociación son las únicas alternativas viables para la Colombia de hoy.
Además,
desde el punto netamente militar, las Farc están en abierta desventaja y,
aunque no derrotadas, las fuerzas armadas están mejor preparadas para seguirlas
golpeando, mientras que la guerrilla no puede responder con la contundencia de
la época del Caguán.
Es
hora de dar pasos más firmes en la lucha por la negociación y la paz, en medio
de todas las dificultades y problemas que se puedan presentar: pero la
alternativa de la guerra y la prolongación del conflicto no es una buena causa
ni despierta simpatías entre los colombianos. La guerrilla debe entender que la
paz se firma y se hace con Santos, a quien deben tratar de interpretar de la mejor
manera posible.
Nota:
A propósito, así a muchos los conmueva en sus entrañas, el gobierno debe mirar
la posibilidad de abrir más las compuertas del sometimiento a la justicia de
bacrim e ilegales al servicio del crimen organizado. No nos suceda lo mismo que
con las AUC
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